❝Estaban mirándose fijamente, esperando cual era la reacción o las palabras del otro.
- ¿Que pasaría si la gente se entera que la leyenda urbana de 𝘼𝙠𝙞𝙧𝙖, es una adolescente de 17 años con habilidades sobre naturales, y que una de esas habilida...
En la cuidad Miraline Street, se encontraba un pueblo llamado Shingeki, bastante alejado de la zona urbana, Levi Ackerman y su tío Kenny Ackerman, acaban de estacionar su auto en su nuevo hogar.
Era una casa de dos pisos, bastante bonita y espaciosa, que de hecho solo había otra casa vecina, porque más adelante es encontraba la carretera y se podía ver a lo lejos los otros apartamentos, estas 2 casas estaban apartadas de las otras.
— Levi, ayúdame a bajar las cosas del maletero.
— Claro.
El chico bajo del auto, su tío le entregó unas llaves y Levi sin necesidad de decirle, abrió la puerta mientras Kenny metía las primeras cosas a la casa.
En la casa vecina, una señora de aparentaba unos 70 años miraba por la ventana de la sala, curiosa y atenta.
— Cielo, ya llegaron los nuevos vecinos. — le dijo a una chica que estaba sentada en el sofá leyendo un libro.
— ¿Eh?, ¿Enserio?. — dice la adolescente, sorprendida, dejando a un lado su libro.
La chica se levantó de el sofá para ir a la ventana, aquella señora se retiro de dicho lugar para dirigirse a la cocina.
— Abuela, ¿que piensas hacer?.
Siguió a su abuela hasta la cocina.
— Darles la bienvenida a nuestros nuevos vecinos, como siempre lo hago.
— ¿Es enserio? ¿Por una vez en la vida no puedes “Darles la bienvenida”? .
— No puedo dejar de hacerlo, somos sus únicas vecinas, así que no creo que alguien les dé una cálida bienvenida el día de hoy. — responde la mujer mayor.
La chica solo rodó los ojos con un suspiro, yendo a la sala nuevamente para seguir con su lectura.
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Eran las 5:15 p.m, Kenny y Levi ya estaban terminando de ordenar todo después de 9 horas, la casa estaba amueblada, así que no hubo tantos percances en pasar muebles.
— Por fin. — dijo Kenny, sentándose cansadamente en el sofá.
Levi lo miró por unos instantes, de pie junto al desayunador.
— ¿Sabes que te sentaste en un montón de polvo verdad?.
— No importa, esta ropa irá al cesto de ropa sucia.
— Como sea, si te quieres sentar en otro lado, quítate esa ropa, porque ya limpie las mesas y las sillas.
— Okey. — se limitó a contestar el mayor.
«Ding dong» — sonó el timbre de la casa.
Kenny y Levi se miraron entre sí un poco extrañados, sin más Kenny se levantó de el polvoso sofá para ir a abrir la puerta.
