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No  sé porque sigo con ciertas relaciones, será que me volví dependiente?
Sin embargo lo seré a medias, porque voy a huir, suena como si no quisiera afrontar a los demás por cobardía, cierto?
Lo cierto es  que no es una huida de esas para escapar del todo, sólo me estoy dando la oportunidad de vivir experiencias, de afrontar el mundo de afuera.
Experimentar, gozar y hallar una cura a mi dolor.
Mientras voy conociendo personas que quizás  pueden tratarte mal o querer aprovecharse pero acaso no puedes conocer a alguien especial en el camino.

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Todo comenzó en un día nublado, estaba muy triste, casi llorando y se veía que a nadie le interesaba mi dolor. Ahí comprendí que solo importaba mi persona. Parecía que no iba a dejar de dolerme mi cabeza y un murmullo se escuchaba: ¿donde estas?
Ese único ser humano se preocupó por mi, una persona que no espere que lo hiciera pero andaba tan lejos y quería evadirme para encontrar un poco de paz tras el rencor acumulado debido a otros.  Poseía esa guerra interior que me hacia querer odiar a mis semejantes pero era buena en establecer mis emociones. No podía olvidar aquello que me hicieron, no podía enfrentarlos. No tenía caso, nada iba a cambiar.
Me vi en el espejo y está vez sí me reconocía. Era la chica con una entereza a prueba de balas. No iba a soltar ni un sollozo por quienes no lo merecían. Ahora podía mirar hacia adelante sin recordar ese pasado que me dejó una huella.
Sin embargo oía de nuevo esa pregunta pero me negaba a responderla. Quería huir quizás de mi misma porque dolía a horrores volver a soltar una lagrima a causa de la  traición.
Nada más dejar la habitación, camine hacia afuera, no había nadie por ningún lado. El silencio era algo necesario para mí pero demasiado resultaba peligroso. Podía recaer en mi penosa depresión. Sin embargo no quería regresar a ese estado.

_Recuerda, eres fuerte  y te lo vas a demostrar.

Quería convencerme. Resultaba fácil repetirlo para calmar mi ansiedad también el chocolate funcionaba a veces. Pero el dolor seguía ahí, clavado como un puñal en el pecho.

Camine hacia mi habitación, cogí el móvil y solo encontré un mensaje. Era de un joven que resultaba un enigma.
Sin embargo le seguía el juego, intercambiabamos mensajes. El me contaba su fea experiencia con las mujeres, su vida laboral etc.
En cambio no le revele todo de mi, solo una parte, seguía siendo un extraño y a saber que intenciones traía.
Me dormí a eso de las una y pico.
Aun así me desvelaba. Al rato intentaba calmarme, encontrar la fuerza para no llorar.
Casi siempre amanecía con esa sensación angustiante de que algo ocurrirá para que mi vida empeore.
Sin embargo era solo una paranoya. Seguía todo igual, calma y tranquilidad.
El infierno quedó atrás.

Lo Que El Genio Se Llevó Donde viven las historias. Descúbrelo ahora