—Hatsume-San. —Un apurado peliverde entró al taller.
—Oh, Midori-. —El saludo de Mei se detuvo al ver como Izuku se sacaba la camisa de forma veloz.
—¿Puedes tomar las medidas ahora? —Su sudor caía desde sus cabeza y recorría todo su pecho.
Una vista estimulante para Mei, quien seguía en trance, con los ojos abiertos y un ligero color carmín en sus mejillas.
Lo había visto con la parte superior del cuerpo deanudo, pero ahora había una ligera diferencia: él tomaba la iniciativa, además de que, por primera vez, no se ponía nervioso con la sola idea de que ella lo viera y tocara.
—Tengo entrenamiento en media hora, por eso vine temprano. —Agarró las manos de la pelirrosa, llevándola hasta donde estaba la cinta para medir—. Por favor, hazlo rápido.
Otra vez, el tiempo se detuvo. Mei sabía que debía de trabajar, pero su atención no se desviaba del abdomen marcado del peliverde, quien miraba al frente, pensando en qué sabe quién.
Saliendo del trance que parecía no tener fin, empezó el trabajo. Alargó la cinta, rodeando uno de los brazos con esta. Mei sabía que no debía hacerlo, pero mientras medía las partes del cuerpo de su reciente amigo, aprovechaba en tocar descaradamente los músculos y cicatrices de Izuku, que lo hacían ver, según ella, endemoniadamente sexi.
—¿Ya terminaste? —Preguntó Midoriya.
—Ah, s-sí, sí. —Ni ella sabía lo que le pasaba—. Solo un poco más.
Acarició la piel bronceada y aguantó las ganas de morderla.
«Me he vuelto loca... Más de lo que estaba.» —Mei retuvo sus impulsos y retrocedió unos pasos.
—Si eso es todo, bueno, Hatsume-San, me retiro. —Sin haberse dado cuenta de las acciones vergonzosas de ella, ni del toqueteo intenso a su cuerpo ante sus ojos, decidió irse.
Mei sentía que algo no le gustaba, aparte del hecho de no verlo en lo que resta de la tarde. Con su dedo índice en los labios, pensó por varios segundos, hasta que una luz brillante iluminó su cabeza.
—¡Oye! —Llamó, después de que Midoriya cruzara la puerta.
—Pensé que habías terminado, Hatsume-San.
—Desde ahora llámame Mei. —Puso las manos en su espalda, inclinándose hacia delante—. ¿De acuerdo, Izuku?
Este no tuvo tiempo para contestar, ya que, como el primer día, la puerta se cerró en su cara.
Esto provocó la irradiante felicidad en Mei, además de los pequeños brincos que dio en toda la sala mientras trabajaba, y el efecto en cadena que Izuku sufrió: quedarse parado en la puerta, mudo de la impresión, y llegar tarde al entrenamiento.
No hace falta decir que recibió el regaño de Aizawa y tarea extra como castigo.
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Entre Mecánica y Chocolate (Izuku X Mei)
Fanfiction¿Quién dijo que la ciencia no es romántica? Izuku, al perder una apuesta con Mei, se convierte en el nuevo conejillo de indias de ella por lo que resta del año escolar. Resignado, no lo queda de otra que aguantar las explosiones que suceden cuando l...