2. Jacobo, el hámster

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Nunca he visto a Carlos tan arreglado. Digo...no es que bastante gel hagan la diferencia, pero sin duda ahora podía ver su frente y sus orejas tan blancas como sus brazos. Kevin llevaba una raya en el medio de su cabello haciéndolo mojado por su extra gel y mi cabello estaba incluso peor que el de ellos, mi papá dijo que ella era una niña bastante complicada y que se reiría de nosotros si no estuviésemos en su nivel. Yo tenía más gel y súper gel que Carlos y Kevin, yo tenía extra-mega-gel junto a extra-mega-aceite en el cabello.

Mi mamá horneó pastelillos rosa porque Dakota era una niña y las niñas aman el color rosa, claro está que ellos en ese entonces no sabían qué clase de hija tenían los Jones. Incluso su nombre era diabólico, a mí parecer, así sonaba Dakota Jones.

Ese apellido ni siquiera ha de existir aquí, en Guayaquil, una linda Ciudad de Ecuador donde nací y de seguro he de morir, porque a mis nueve años, jamás he viajado en avión.

Vi como un volkswagen escarabajo azul aparecía por la calle. Todos los chicos buena onda de quince años asomaron sus cabezas por la ventana de sus departamentos. Un cabello pelirrojo, como el de Carlos se distinguía desde el otro lado de la calle, salvo que este era súper-híper-mega-largo.

Jacobo, mi hámster seguía sin dar pistas de su existencia y lo estuve buscando por horas, pero ya lo habría dado por extraviado si la señora Jones no hubiese gritado: "¡Una rata!" a mitad de la calle. Detuvo el auto y Dakota no se inmutó, salieron del auto y sentí cómo un hoyo negro estaba creciendo en mi pecho consumiéndolo, nunca había sentido algo así y de repente mi vista se volvió cubierta por una cobertura de cristal; eran lágrimas.

La pelirroja pequeña salió del auto y vió como mis lágrimas caían, tomó a un gato blanco con manchas amarillas y grises muy peludo. Y antes de que cruzara la calle para ver su nueva casa, me sacó su dedo corazón.

Mi garganta sintió un nudo, como si trataran de asfixiarme internamente los recuerdos de Jacobo. Al estar yo de rodillas, como los soldados a quienes mi papá había derrotado, pude casi jurar cómo vi mi corazón caerse en la acera y romperse en dos.

Aquel día Jacobo y Dakota Jones rompieron mi corazón.



Una caja de fósforos grande puede servir para muchas cosas. Incluso para el ataúd de un pequeño amigo.

Mi mamá invitó al funeral a la familia Jones, aunque en realidad eso no era un funeral digno para mi pequeño amigo porque 1. Mi mamá había preparado una cena para los adultos mientras charlaban. 2. Invitaron a la primogénita de la asesina. 3. Yo no hacía más que llorar mientras Dakota torcía los ojos.

—Nunca he estado en un funeral.

Dijo Dakota y yo la quise asesinar con la mirada, pero volví al llanto una vez más hasta que me di cuenta de que en realidad ella no estaba trás el volante.

—Yo nunca había enterrado a un amigo.

Dije y los muchachos asintieron. Kevin dijo algunas palabras que en el fondo no sentí que iba a escuchar Jacobo, donde sea que esté. ¿Qué era la muerte? ¿Después de eso que había? ¿Quién estaría allí? ¿Habría más hámsters para que Jacobo no se sintiera solo? ¿Existía en realidad un Cielo? Sólo espero que le den comida y agua a mi amigo.

—Esperemos que Mila no se lo coma en el más allá.

Dijo Carlos cuya gata Mila había fallecido hacia un año, pero no fue una muerte casual. Seguimos creyendo que Rosa, la hermana del señor Pepe, el tendero, la mató. Le puso veneno en su agua. La señora Rosa nunca se ha casado y estamos seguros (Kevin, Carlos y yo) que aquella señora nunca ha encontrado el amor.

—Esperemos.

Dijimos Kevin y yo.

—Hagan una carta. Ahora.

Propuso u ordenó Dakota mientras estábamos en el jardín trasero del edificio.

—¿Por qué le haríamos caso a una niña? —cuestionó Carlos — ¿De qué serviría si Jacobo ya está más que tieso?

—¿Quieren que el alma de Jacobo sea libre, o no? Yo sé lo que hago par de gusanos. Sólo vayan y hagan una carta con todas las palabras que digan lo mucho que amaban a Jacobo, el hámster—dijo ella.

En ése momento pensé.

1. Oh Santa madre, esta niña está loca.

2. Quizá y Dakota sólo sea una bruja y tenga razón.

3. Haré una carta para Jacobo.

Así que le dije a los muchachos que únicamente por esta vez le hagamos caso a una niña para que el alma de Jacobo sea libre, yo escribí un párrafo, no sé escribir cartas pero traté de hacer la letra lo más entendible que un niño de nueve años dolido y roto pudo hacer y escribí:

"Eras mi mejor amigo, incluso cuando nunca me respondías, sé que me escuchabas y me entendías. Espero que encuentres a muchos amigos hámsters donde sea que estés y si vienes a penar por favor toma con tus frías patas las uñas recién pintadas de la señora Jones. Te quiere, James."

—Listo. Ya escribí la carta, ¿ahora qué? ¿Se la leemos?—pregunté.

—¡No!—gritó ella haciendo que sus ojos enormes verdes casi salgan de su rostro pecoso— ¡Así sólo se habrá muerto! Hay que hacer que ahora muerto viva a donde lo lleve el viento, así que tú —me señaló— Vamos a la terraza y lleva la caja de fósforos.

Fui a la cocina mientras Kevin, Carlos y Dakota me esperaban en la terraza del edificio. Llevé la caja de fósforos y todos pusieron sus cartas en el centro, como indicó ella.

—Oh, pobre roedor. Ahora que estás aquí en la caja de fósforos, has que tu alma vuele lejos de todo lo malo que está en este mundo. Sé feliz y vive sin respirar.

Hizo unos movimientos con sus manos y se veían sus uñas del color amarillo sol. Me miró y me sonrió de lado, yo sólo bajé mi cabeza aun resentido.

Quemó las cartas y botó sus cenizas al viento, allí, parada en el borde de la terraza.

Le daba el sol de las seis y media y como un rayo veloz que salió de mis ojos, me pareció en ese momento que las niñas dejaron de ser asquerosas.

Dakota en cuestión de nano-segundos me había interesado más que nunca, ¡¿qué era esto?! Me interesó más que un vídeo juego del gameboy de Michael, el hermano mayor de Kevin; más interesante que ver a los chicos de quince años buena onda botar humo de sus bocas; más interesante que el cabello de Carlos; más interesante que ver cómo las cosas cambian y cambian; más interesante que saber el paradero actual de Jacobo, el hámster.



DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora