~Capítulo 3~

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•Los días iban pasando, ya se acercaba el día de la coronación, el plan ya estaba casi listo, sólo faltaba el toque final. Un portal que llevara a nuestros príncipes y princesas a su misión. Enfrentarse a los poderes de La Tierra.•

Ayleen's P.O.V

Los días transcurrían en mi mente. Llevaba días atrapada en esta, y es que era imposible abrir los ojos. Ponía toda mi fuerza en ello, pero nada era posible.
Pero ya sabía lo que me pasaba. No pude imaginarme que mi padre fuera capaz de hacer tal cosa. Y sólo por mantenernos ocultas y que no nos pudiéramos enterar de su "plan" para cuándo nos tengan que coronar. ¿No había otro remedio? ¿Inyectar la savia más pegajosa del reino era la solución? No le veo sentido. No sé cuántos días llevaba encerrada con mi mente, sólo sé que he estado teniendo tiempo para recapacitar y pensar en todo lo que se me viene encima.
Luchar por él dominio. ¿Por qué? ¿Por qué es tan importante el dominio? ¿No podría ser todo cómo antes?
Antes todos los reinos estaban unidos, no había separación, no había límites. Todos convivíamos juntos. Todos éramos felices. Sólo nuestros padres pudieron relajar por unos cuántos años la lucha. Pero las cosas se han vuelto a alborotar.
Yo no quería luchar. No soy buena en la lucha, caería muy pronto. Mi padre no estaría orgulloso de mí. Eso no importa, lo que importa es que si pierdo, no tendría descendencia, y si no hay descendencia, el reino del Aire sería destruido. Y si pasa eso, el planeta Tierra sería aniquilado. Nadie quería eso, pero si nos hacen luchar, conseguirán que la Tierra sea aniquilada. Todo sería un completo desastre si siguen así, ¿no ven que nos estamos haciendo daño a nosotros mismos?
Parece que no. A nadie le importa nada. Sólo importa el dinero. ¿En qué nos hemos convertido? ¿En una copia barata de lo que está pasando en la Tierra? La Tierra está destruyendo nuestros reino. El medioambiente está cada vez peor. Y si no paran, después no va a haber solución.

(...)

Mi mente seguía en proceso. No dejaba de pensar en todas esas cosas, hasta que sentí un gran pinchazo en los ojos.
Era doloroso. El pinchazo cada vez dolía más y más. Estaban retirando la savia de mis ojos. Por eso me dolían tanto. Mis ojos ya no eran tan espesos. Ya se notaba menos peso, pero seguía sin poder abrirlos.

Pasaron horas, intenté abrir los ojos, y sí, esta vez, ya podía ver, podía sentir todos los objetos alrededor de mí. Elevé mi cuerpo dispuesta a salir de allí y hablar con mi padre, pero algo me lo impidió. Estaba atada con cuerdas. Me dolió muchísimo que pensaran que iba a emplear la fuerza, y por más rabia que tuviera, yo no podría usar la fuerza. Y menos contra mi padre. ¿La gente ya no confiaba en mí? Al parecer no.
Elevé un poco mi cabeza, para observar mi alrededor. Y ante mí, estaba mi padre. Mirándome. Cómo si nada hubiera pasado. Cómo si todo estuviera cómo antes. Ya no era así. No confiaron en mí. Creyeron cosas de mí que yo soy incapaz de hacer.

X1- ¿Qué tal estás Ayleen? -¿cómo se atrevía a hablarme así?

Ayleen- Ni se te ocurra hablarme.

X1- Hija, no te enfades...

Ayleen- ¿Por qué me habéis atado? ¿Ya no confiáis en mí?

X1- Es por seguridad cariño.

Ayleen- ¡Tú sabes que yo no sería capaz de emplear la fuerza!

X1- Me obligaron a hacerlo...

Ayleen- ¿Y también te obligaron a usar la savia pegajosa? ¿También? ¡No soy idiota! ¡Lo sé todo!

X1- Lo que temía. Tu cuerpo está reaccionando.

Ayleen- ¿Qué estás diciendo?

X1- Cambios de humor rápidos, fuerza inesperada...

La unión de los cuatro elementos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora