✾Mondtraum✾

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Hanako tiene sueños.

Sueños de tinta indeleble pintados en su mente, pero no en su vida, porque él ya no la tiene. Porque se ha desvanecido en sus manos y él no hizo nada para evitarlo, y dice estar bien con ello, con sólo soñar porque es lo único que le queda (y siente no merecer por ser algo tan bello). Sabe que incluso crear sueños estando muerto no le sirve de nada, porque un fantasma ya no puede cumplir lo que su egoísmo desea.

Porque en su destino está el no tener sueños hechos, y Hanako está bien con ello, está bien con todo (está bien con mentir y decir eso).

Está muerto también, es algo que recuerda cada que la ve sonreír y la piensa junto con las estrellas, es algo que Hanako sabe y no puede olvidar nunca porque, cuando ella lo abraza, siente la calidez que desprende su menudo cuerpo blanco, esa calidez que él ha perdido hacía ya mucho. Pero es la calidez de Yashiro la que ama más que nada en aquel mundo.

Entonces la luna pálida se ha alzado ante sus orbes de miel nuevamente, aclarando de forma tenue aquel firmamento frío y recién pintado. La mira siempre bonita, plateada y con una belleza inaudita, de tal forma le ha embelesado aquella piedra de sus amores que un pie yace en la ventana, alzando su cuerpo en el aire y sintiendo la brisa nocturna acariciarle el alma. Está cerca, un poco más y cree alcanzarla, un poquito más y ya llega, con su pecho muerto en la mano izquierda y un sueño delirando en la derecha, con los ojos moribundos y mellados, con el espíritu de un niño que jamás crecerá, pero que muerto empezó a amar.

Con su cuerpo en equilibrio sigue mirándola, ahora tiene ambos pies en el inicio de la ventana y sus manos espectrales apoyadas en la polvorienta esquina. Estar así despierta en él recuerdos preciosos, hace de su cuerpo tambalear al recordar un crepúsculo bañado de rojo sangre y lila marchito, donde obsequió su pequeña piedra de luna para renunciar a sus sueños y terminar en ningún lugar (en la nada).

Hanako se pierde entre tantos sentimientos, que cree que sería bueno saltar, y está a punto de hacerlo, con un pie en el vacío y otro apoyado. Todo se colma en silencio efímero, él sonríe dulce, embobado  por sus fuertes deseos de ir hacia la luna. No le falta mucho, casi no le falta nada y entonces...

—Hanako-kun...— voltea su rostro, dejando morir sus actos para ir hacia donde se asoma la cabecita blanca de esa niña que tantos problemas le ha causado (que no se arrepiente de conocerla realmente, porque es rayito de luna posado únicamente en sus brazos).

¿Qué haces aún aquí, Yashiro? le susurra sin razón, porque en ese momento bien pudo haberse callado y obviar su bonita intromisión, pero la mira dulcemente, con ganas de reprocharle el invadir su espacio personal. La susodicha toma sus manos, acaricia sus fríos dedos como el hielo, lo cual causa una sensación terrible en su cálido cuerpito de crema. Yashiro alza sus orbes grandes y rojos, Hanako los siente llenos de cariño, siente que puede ver el hermoso crepúsculo de antaño y entonces hunde su cabecita castaña en su hombro blanco, cubierto por el uniforme escolar.

—Hanako-kun parece niño perdido y que necesita amor.— susurra, pero él no quiere entenderle sinceramente, piensa que ya de nada sirve descubrir aquello cuando su vida se ha esfumado, sin embargo, lo que Hanako más quiere es que ella jamás se aleje. Quiere quedarse así por siempre, pegado a ella para recordar eternamente la calidez de su pequeño cuerpo y de su vida perdida. No obstante, Nene ha tomado su rostro con ambas manos, manos diminutas y tibias, manos suaves y cariñosas recorriendo sus mejillas con lentitud para luego posar sus dedos en sus labios. Él la mira sorprendido ante ese acto inusual, pero ella sólo le sonríe risueña.

¿Estaría bien si muero... Para quedarme a tu lado?

Aquella pregunta le ha creado una maraña de dolor en la garganta, haciendo que su corazón inexistente palpite doliente por lo que ha liberado la chiquilla de orbes arrebol. Hanako está petrificado, y a pesar de eso, cree con fervor que no está bien aquello que de sus labios de flores acaba de escapar.

Está mal, tan mal ha salido aquello que le ha tentado a imaginarse aquel delirio. Si ella mueriera... Si Yashiro mueriese, quizá y sólo quizá, la podría tener allí para siempre. A su lado, perpetua como la luna.

¿Estaría bien si muero... Para quedarme a tu lado?

Hanako quiere decirle que no con su silencio, pero incluso hasta eso no puede controlar, porque en el fondo es algo que dolorosamente desea, y es que Yashiro es el único ser que ha llenado de dicha su muerte y existencia en un mundo asfixiante, es la única que ha calmado ese dolor y condena que siempre le perseguirá, que lo tiene bien hundido. Pero Yashiro es también, todo lo que él quiere y que, lamentablemente, siente que ha mancillado, pero Hanako (Amane) sigue siendo pequeño niño egoísta también, que quiere tener derecho a caer y cumplir, aunque sea, un deseo que vale el mundo entero para él.

Quiere estar a su lado, porque Yashiro es algo así como un sueño de luna que nunca ha tenido (y que ahora posee en sus brazos).

Así que, sin una respuesta dicha pero con los ojitos decididos, Hanako siente como Yashiro lo toma de la mano, es un agarre firme y que aún así, le deleita de un cariño desconocido, por ende, no duda de ella y da los pasos que debe dar a su lado, hasta que llega el momento en que sus manos la toman de la cintura y con facilidad la levanta con la suavidad más ridícula, haciendo que sus pies se posen en la ventana polvorienta donde antes él había estado. Luego él es quien se sube, con pasos trémulos pero ansiosos, así que ambos están allí, tan cerca de lanzarse y tan cerca para que ella viva (y para que él siempre la cuide). Hanako sonríe y Yashiro imita el gesto, acerca su rostro para hundirse en el cuerpo sin temperatura del fantasma que la rodea con la inocencia de un niño. Cruzan miradas una vez más, deseando ser todo lo que ellos necesitan.

Yashiro quiere estar a su lado para siempre, de forma perpetua y así jamás dejarlo solo como muchas veces ya le ha pasado.

Hanako sólo quiere que Yashiro esté junto a él, alumbrando sus noches y sus días, colmando su pecho muerto de alegría y abrazando su fría soledad.

—¿Tienes miedo?

—No.

—Entonces vamos, Hanako-kun.

Él la abraza, ella sonríe (ella muere).

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Aclaro que esto lo escribí hace mucho, por lo que no está al día con lo que ha pasado con el manga. Lo siento por tan poco (´ . .̫ . ')

🌻¡Muchísimas gracias por leer, los amo mucho!🌻

✾Mondtraum✾HanaNene✾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora