𝓣𝓱𝓮 𝓡𝓲𝓼𝓮

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Ahora imagínate que eres un joven de Sudamérica, vivir en una zona donde el narcotráfico domina el orden del pueblo, debido a la caída del frágil gobierno de ese país. Donde todos los días se escucha el ruido de las metrallas y los gritos entre bandas rivales ¿lucharan por la preciada droga? ¿por la muerte de algún compañero tal vez? daba igual, era un circulo vicioso que solo causaba muertes. Un pueblo convertido en una zona de guerra gracias al poder de esa adictiva sustancia, creada y vendida por el hombre.

Un joven vivía allí, aparentaba tener unos 16, pero lucia mucho mas joven. No estaba afiliado con ninguna banda criminal, pero se veía afectado por los conflictos. Su padre fue alguna vez el encargado de distribuir la Droga, pero un fatídico día, un agitador termino por apuñalarlo. El chico acabo en la calle, tuvo que trabajar en empleos de poca paga para vivir, constantemente luchando por sobrevivir.
Los gobiernos mundiales estaban disueltos. La anarquía había empezado, y el mundo ahora era un gran caos. Toda Norteamérica fue destruida, lo mismo ocurrió con el bloque soviético. Los países lejanos (como donde vive el joven) estaban a salvos de la radiación, pero las mismas personas eran ahora el peligro principal, comenzando así unas consecutivas purgas por parte del ejercito, todo por intentar manejar a los saqueadores y "pacificar" la anarquía. Esas purgas llegaron a la comunidad de aquel muchacho. Comenzando así una Guerra entre los militares y las mafias de esa comunidad, que acabaron en el uso de helicópteros armados y lanza misiles. Al pobre huérfano solo le quedo correr, la idea de morir se le hacia horrible. Correr hacia la selva Amazónica era lo mas sensato en ese momento, hundiendo sus pies desnudos en el lodo, escapando de la matanza que su poblado sufría, sin saber que lo estaban siguiendo. El chico estaba ahora en una persecución, uno de los miembros de la mafia le disparaba con un arma, dispuesto a asesinarlo ¿sera acaso un miembro de la banda rival de su padre? poco importaba eso ahora.

-¡por favor no me mates!- decía el chico, gritando desesperado a aquel perseguidor, pero de nada servía. La noche dificultaba la visibilidad del tirador y el escape del muchacho, que cortaba su piel con las lianas y dañaba sus pies con las diversa flora espinosa de la selva. La luz de la luna, y el ocasional destello del arma, era la única iluminación, que descendía progresivamente mientras mas se adentrasen al corazón amazónico. El chico tropezó, golpeándose la cabeza con un tronco caído, no había nada que hacer, se podían escuchar los pasos del tirador, pisando las ramas caídas de la selva, no tenia fuerzas para ponerse de pie, luchar contra un hombre armado era una pésima idea, solo le quedo sollozar e implorar por su vida. -¡Piedad, Piedad! ¡no dispares!- su voz estaba quebrada por culpa del llanto, acostado de espaldas, recordando a su padre que nunca le provoco algún mal. La muerte toco su hombro, pero lo soltó, pues su momento aun no llegaba. Un Estallido ensordecedor profano el silencio de la selva, el cuerpo de su secutor (o lo que quedaba de él) voló por los aires, una clara explosión vertical de unos dos metros, una mina terrestre.


El chico se levanto, temblando, entendiendo rápidamente la situación. Sus pasos lo habían llevado a un campo minado, de los que pusieron los policías para evitar que la gente saliese del país durante los tiempos de dictadura. Por fortuna no había pisado ninguna al correr, pero ahora desconocía si saldría de allí con vida. Solo quería salir de allí, escapar completo de ese horrendo lugar y escapar a algún pueblo cercano, pero por otro lado, dar un paso en falso le provocaría una muerte espantosa, finalmente termino por probar suerte con su primera idea, después de todo había llegado ahí sin morir, tal vez fuese una sola mina que se les escapo a las ONG, tal vez era la única que había en todo el campo, si, no tenia porque asustarse. Sus desnudos pies dieron un paso, luego otro, así hasta dar unos cinco pasos, con su improbable idea de salir vivo en mente. Agrego 5 pasos. Luego otros cinco. Ya había pasado el lugar de la explosión inicial, se quedo quieto y suspiro aliviado, ya no debía preocuparse, de seguro estará bien. Su mente lo engaño. Pareció sentir peso entre sus hombros, un enorme peso, tanto que sus delgados brazos temblaron al sentir el pesado reptar en sus hombros, una enorme constrictora había decidido que el muchacho seria su comida, hundiendo sus colmillos curvos en el antebrazo del muchacho, que soltó un alarido que nadie escucharía en el corazón de la selva ¿si nadie lo oye gritar acaso el muchacho existe?


El dolor era horrible, una bestia enganchando una hilera de garfios en la piel del joven, sin soltarlo en ningún momento, esperando para aplastarlo con sus enormes anillos, quitarle su ultimo aliento y hacerse con su cuerpo, pero el chico no se dejaría comer. Usando esa ultima energía se lanzo hacia atrás, golpeando la cabeza de aquel ser maquiavélico con un tronco, golpeándolo reiteradas veces contra el árbol caído, hasta que el reptil lo soltó, como si hubiese visto que no valía la pena, arrojándose al suelo y reptando lejos de allí, Luego calma, mucha calma. La herida sangraba, pero no era algo de gravedad, sanara si se le da el tiempo. Sus piernas temblantes levantaron el cuerpo del suelo, dolía mucho, la selva no era un lugar seguro y debía salir lo mas pronto posible. Olvidando el miedo camino tranquilamente por el sendero, debía retomar algún camino para salir de aquel lugar hostil. Fue el ruido de un helicóptero lo ultimo que escucho, antes de caer hacia atrás y hacer estallar una mina terrestre que, de no estar tan mal colocada, lo habría matado al instante. Pero no, se fragmento en grandes trozos, pero no murió. ¿era eso bueno? el dolor que provocaba era tan atroz que hubiera preferido una infinidad de veces morir al instante que ver partes de su cuerpo volar por los aires, una visión tan horrible que llenaría de terror a cualquiera, una visión que hace desear la muerte misma, y así fue, al pobre chico se le hizo una eternidad esos segundos en los que cayo al piso y sintió el extremo dolor de ser desmembrado por una explosión, mirando hacia una derecha y deseando que todo esto acabara, que su vida pronto acabase y dejase este plano por algo mejor ¿le esperaba San Pedro con las doradas puertas del cielo abiertas? ¿reencarnara acaso en algún ser diferente?. Cerro los ojos, dando un ultimo suspiro a este mundo cruel.


Lo que no sabia es que volvería a nacer, no en otra vida ni en otro mundo, pero definitivamente el chico estaba renaciendo, tal como un fénix que vuelve a encenderse luego de ser consumido.


Los ojos se abrieron nuevamente, al instante se percato que ya no había dolor alguno, pero no sentía nada. Estaba acostado, en algo extrañamente cómodo, pero húmedo. Era un lugar silencioso, con poca luz y con olor fuerte a humedad. De inmediato supo que algo andaba mal, pues su vista era increíblemente superior a antes, dirigió una de sus manos a su parpado, pero no sintió absolutamente nada, tampoco nada al frotar sus dedos de su mano, lo que lo hizo preocuparse aun mas ¿como paso de estar al borde la muerte a estar en este extraño sitio? Miro su mano y se dio cuenta de la verdad: ya no había mano, era metal, una especie de prótesis exacta de su mano pero hecha de metal. Tal descubrimiento lo había dejado en shock, tanto de pensar que estaba en alguna especie de sueño o coma. Todos estos pensamientos pasaron a segundo plano cuando escucho una voz grave y metálica se dirigía a él.


-Levántate Ryu, tienes tu primera misión. . -

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2020 ⏰

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R.Y.U: Un Futuro OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora