s e i s

369 45 8
                                    

Sonrió al verlo entrar por aquel sendero. Hace mucho que no lo veía. Su rostro refleja un poco de tristeza.

–Hola.

De repente cambia su expresión, siento que quiere llorar. También siento que sus pensamientos No dejan de correr por su cabeza, la inclina un poco y se restrega los ojos.

Vamos amigo, dime qué te agobia.

–¿Cómo has estado? ¿Te has alimentado bien?

–No me quejo.

–Todos te extrañan, las cosas han cambiado mucho. Supongo que ya lo sabes.

–Asi es.

Su mirada estaba fija en un punto muerto. De repente una lágrima escapó de su ojo izquierdo. Hizo un esfuerzo por limpiarla con sus manos pero no sé contuvo más y se escondió entre sus dos palmas.

–Vamos, dime qué es lo que pasa.

–Baek... el está bien. Se pondrá feliz cuando le hable de ti.

–Por favor hazlo, pero no lo hagas llorar.

–Todos dejaron de hablarnos cuando se enteraron de lo nuestro. Es difícil, ¿Habrías hecho lo mismo?

–No voy a engañarte. Te hubiera molido a golpes, pero si el te escogió, estoy bien con eso.

–Me apenaba dejarlo solo. Ya sabes, es una persona muy sensible y de sentimientos hermosos. Tu lo has de saber muy bien.

–Por supuesto que lo hago.

–¿Están hablando mal de mi?

Y ahí apareció. Con una pequeña sonrisa en sus labios, tratando de ocultar una tristeza parecida a la de mi amigo. Tan atractivo y precioso como siempre. Pareciera que lo estoy viendo por primera vez.

–Hola. –Extendió sus manos mostrándome un enorme ramos de rosas. –Siempre quise que me regalaras uno así, ahora, yo lo hago.

Se colocó de rodillas para colocar el ramo sobre mi lápida.

–Perdoname por no ir a verte al hospital, pero no quería recordarte postrado sobre una cama de hospital. Te amo tanto. –Sollozaba mientras cubría su boca para silenciar sus hipidos.

–Nunca dejaré de amarte. Mi Baek.

Mi amigo lo ayudo a incorporarse. Lo abrazaba mientras sus sollozos iban desapareciendo. Me rompía el corazón no ser yo el que lo hiciera. Me rompía el corazón el hecho de no haber podido despedirme del ser que más amé en esta tierra.

–Te prometo que voy a cuidarlo, como seguramente lo hubieras hecho tu. Cuídate hermano. Vendremos a visitarte pronto.

–Feliz navidad.

Lo miré besando su mejilla rosada mientras le tomaba la mano. Ahora que se que el chico que amamos está en buenas manos, podré descansar en paz.

El Chico Que Amamos → SeChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora