La incertidumbre

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-Disculpa, "distraída" ¿Me podrías decir dónde queda el salón 204?

¿Distraída?¿Quién se cree que es? no estába notando lo arrogante que sonaba al hablarme de esa forma tan despectiva. Si, estaba distraída, pero era tan solo por que era mi segundo día en la Universidad y se lo hice saber, ni siquiera yo recordaba cuál era mi salón.

-No sé quién crees que eres, pero no llegarás a ningún lado hablándole así a la gente, además soy nueva y tampoco se muy bien en donde quedan los salones.

-Lo lamento, creí que podrías ayudarme, bueno, hasta luego.

Estaba en un punto de mi vida en donde no estaba dispuesta a aceptar mierda de nadie, acaba de terminar una relación tóxica con una chico al cuál nunca le importe pero probablemente sí había pasado la raya con aquella extraña además no paraba de pensar:
¿Quién era esa chica? Me lo pregunté activamente hasta que por fin encontré mi salón, entonces allí estaba ella con un semblante frío y helador que rosaba la crueldad, pero me había estado engañando a mí misma por qué no era quien yo creí, ya que estaba sentada enfrente de todos esperando para comenzar la clase.
¿Que había hecho yo para merecer esto? Hace apenas unos minutos me había comportado como una completa idiota frente a mi profesora, jamás se me hubiera ocurrido tal hecho. Ella se veía un año quizás dos más que yo pero no más, ahora comprendo su actitud arrogante.

-¡Elizabeth! Te reserve tu lugar

Me gritó una chica que conocí a penas ayer, su nombre era Ema, asumí que ella es de ese tipo de gente tan amable, que te hace creer que tiene un cadáver escondido abajo de su cama o quizá que esconde un secreto tan grande que a cualquiera asustaría no me molestaría conocerla a profundidad. Más sin embargo lo que conocía de ella hasta ahora me agradaba.

Me senté y saqué mi celular y al segundo que mi Profesora dijo su nombre el cuál era Mariana, la busqué en redes sociales, la encontré fácilmente en instagram. Mi profesora tenía 24 años, y comencé a mirar sus fotos sin nada que perder la comencé a seguir.

Su piel, sus labios, su vestido que dejaba mucha piel a la vista, es hermosa, pensé.

Al terminar la clase me acerque a ella

-Lamento haberle respondido así, no... no volverá a pasar.

- "Distraída" ¿Ahora me llamas de usted?

-¿No quiere que la llamé así?

-No es eso, es que me extraña tu nueva actitud, creo que es mejor, me agrada

No sabía con qué tipo de persona estaba tratando ahora, pero parece que ninguna clase con ella será aburrida más bien todo lo contrario.

Al llegar a mi casa, me sentí sola, me acaba de mudar a un edificio para que la escuela me quedará más cerca, nunca había vívido sola, me agrada la soledad había aprendido a vivir con ella, ya que mis padres nunca están en casa, o están trabajando, o están con amigos, o en "viajes de negocios".
Sabía que se engañaban mutuamente y que cada uno tenía su amante, y que muy probablemente estaban al tanto de ello pero no querían problemas y aquello no les afectaba y seguían como mejores amigos, supongo que para conservar las apariencias, soy su única hija, también su única cosa en común.

Me desperté en la madrugada por qué había tenido un sueño fuera de lo normal, Mariana era la protagonista de aquel tierno sueño digno de recordar en los tiempos venideros, y platicar en alguna reunión social si se presentace la oportunidad. La soñé a ella y a mí como si nos hubiéramos conocido desde que éramos niñas, y jugábamos en un hermoso jardín llenó de alegría inocente, pero también era ella la protagonista del sueño siguiente que me otorgó palabras que de otro modo yo jamás me hubiera atrevido a usar, y me dió una imagen de amabilidad y fuego que yo jamás hubiera imaginado en el rostro de alguien más, creo que recordaba el contexto pero me avergonzaba tanto que era renuente a este.

Por la mañana, me levanté rápido de la cama me duché y me vestí, más lento de lo usual, por tanto no tuve tiempo de desayunar, y en el auto me entró un nerviosismo aún mayor que el habitual y sabía perfectamente cuál era la razón, era una agonía, mezclada con la emoción de verla .

Al llegar al salón, naturalmente fue ella lo primero que vi, su sola precensia significaba en mi pecado mortal.



DesorientadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora