❱ 𝖚𝖓𝖔 ✿•˖*

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Estaba contenta.
Por fin pudo conseguir una alfombra perfecta para su baño, tenía el color, textura, incluso un olor que le encantaba.
Sin duda, estaba satisfecha con su compra.

─ Aquí tiene ─Le extendió una bolsa con dicha alfombra, mientras no pudo evitar olisquear

─ Gracias. Que tenga un buen día ─Saludó al cajero cordialmente, y cuando volteó para irse no pudo evitar sentir como si la estuvieran observando fijo

Pero, decidió no darle importancia y siguió con su camino hacia fuera del local.
Mientras paseaba por todo el pueblo mirando la compra que había hecho, con una suave sonrisita en sus labios, sentía los rayos de sol caer sobre ella.

Hoy era un día hermoso, sinceramente.
Probablemente haría un picnic cerca de la playa y leería un libro, o algo por el estilo, pero primero, debía llevar su compra a casa.

Siempre había pensado que de las casas de sus compañeros de equipo la de ella era la mejor cuidada, estaba ordenada, impecable, y el cambio de decoración de la misma era constante.

En cambio, el resto del equipo eran un desastre.

El zorrito si bien tenía una decoración menor en su taller, era algo notable el hecho de que esté sucio la mayoría del tiempo por piezas de invento que fallaron, planos, etcétera.
El cobalto no tenía un miserable mueble en su casa. Él y su hamaca era suficiente, algo que siempre le pareció muy curioso.
Caso completamente contrario, la otra fémina del equipo, la cual siempre tenía un acumulo de cosas tiradas por ahí en su casa, a veces ni siquiera podía acercarse porque le daba un tic.
¿Y Knuckles? Bueno, él con tener sus pesas ya le alcanzaba y le sobraba.

Escuchar como probablemente todos los erizos que estuvieran cerca de ella comenzaran a olisquear, fue lo que la sacó de sus pensamientos.
Sentía la miradas de todos sobre ella, era bastante incómodo.

Así que decidió, como le quedaba más cerca, pasar por el taller de Tails.

*

El cobalto estaba haciendo el reto de su vida. Tenía que ganarlo, sí o sí.
Claramente ante tanta presión no podía evitar que una gota de sudor cayera por su frente, algo que le molestaba incluso.
Se posicionó y se estiró, para estar un poco más tranquilo, entre comillas, sabía que lo que hacía tenía un peligro mortal.

¿Y qué estaba haciendo? Simple, ver cuantas naranjas cabían en su boca.

Inició el tiempo y con rapidez tomó aquellas frutas.
Ya iba dos, y aún le sobraba espacio.

El record de Knuckles eran 6 en total.

─ ¡Sonic! ¡No hagas eso! Te vas a atragantar... ─Alargó la última erre al ver que ya tenía dos naranjas en la boca e iba a por la tercera, se masajeó la sien, su mejor amigo no tenía remedio─ Cuando te ahogues, te voy a decir ¡Te lo dije! ─Murmuró a lo bajo, mientras seguía mirando los planos que tenía enfrente

─ ¿Tails? ¿Estás aquí?

La fémina entró tan repentinamente, que a los dos los hizo que dieran un respingo del susto.

Y, como si de que tuviese un imán en sus fosas nasales, todas las hormonas femeninas que largaba la rosada, fueron a parar a él.

Se atragantó con las naranjas gracias a esto.

Como si fuera un gato con una bola de pelo atorada, intentó regurgitar aquellas frutas. Y lo logró, escupiendolas en el suelo del taller.

Los otros dos acompañantes solo tenían una mueca de asco.
El multi-colas susurró un bajo "Te lo dije"
Mientras que la rosada solo podía pensar que eso era su crush desde la infancia.

Semana de celo - SonamyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora