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Por las calles de Japón se encontraba una niña caminando sin destino alguno. Cuando por casualidades de la vida se topó con un niño, más o menos de su edad, sentado con una lupa y un papel.

- ¿No sería mejor que hicieras eso sobre el asfalto? - le pregunto la pequeña, a lo que él la miro extrañado- es decir, si la hierba no está húmeda puedes provocar un pequeño incendio.

El niño la miró de reojo por un momento y volvió a centrarse en su experimento

- Por cierto soy __. – se presentó mostrando una dulce sonrisa -

- Senku – contestó sin apartar la mirada de lo que estaba haciendo-

- ¿Te importa si me quedo aquí un rato?-  preguntó esperando por una respuesta afirmativa-

- Bueno, mientras no molestes- respondió desinteresado y sin mirarla-

La pequeña pelirroja se sentó a un lado del chico y se quedó todo el día junto a él. Atenta a los supuestos "experimentos" que Senku estaba llevando acabo.

Con la puesta de sol llegó el momento de volver a casa. Algo que la niña detestaba, ya que el orfanato no era su lugar favorito. No se podía quejar tenía techo y comida, pero eso no se podía comparar a cuando vivía con su familia.

A la mañana siguiente, al salir de su supuesto hogar, decidió repetir el mismo recorrido que el día anterior. Su intención era reencontrarse con Senku, que para su suerte estaba exactamente en el mismo sitio que el día anterior. Si no fuera porque le vio irse pensaría que pasó la noche allí.

El niño se encontraba haciendo una cosa bastante extraña, a los ojos de la pelirroja.

- ¡Hola Senku! ¿Qué haces?

___ estaba emocionada de volver a verlo, aunque él no parecía sentir lo mismo...

- Ah hola, eres tú...otra vez – respondió neutro, sin siquiera mirarla, provocando que la ojidorada pensara que no le hacía gracia su presencia - Estoy utilizando arena de hierro y aluminio, lo que consigue que la sartén se derrita.- ___ no se enteró de nada y él lo noto -

- No lo entiendes ¿verdad?

- Sinceramente no.

- Bueno haré una explicación para tontos

- ¡Yo no soy tonta! Lo que pasa es que tú sabes mucho... – dijo eso último avergonzada -

Senku empezó a explicarle lo que estaba haciendo y al parecer ella pudo entender un poco y era mucho más interesante que lo de la hoja y la lupa.
Al igual que el día anterior se quedó el todo tiempo posible con él, pero para su desgracia aquel ojiescarlata tuvo que irse antes.

- Oye Senku, ¿mañana también vendrás?

- Sí – afirmó sin mirarla, concentrado en no olvidarse nada -

- ¡Vale nos vemos mañana! - le dijo mostrando una sonrisa de oreja a oreja-

- ¡Vale nos vemos mañana! - le dijo mostrando una sonrisa de oreja a oreja-

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Mi única Excepción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora