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Nota: este capítulo está emotivo, and i like it. Gracias por sus votos y comentarios, ¡me gusta leerlos! Hoy toca conocer un poco más de los chicos y sus historias :)

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Holden y Harry salieron de casa y subieron a la patrulla estacionada al frente. Las personas siguieron en la fiesta como si nada, mientras yo salía al patio y veía el auto desapareciendo por la avenida.

Grayson salió después y se plantó a mi lado con una sonrisita orgullosa y los brazos cruzados.

—Parece que fueron los siete minutos más cortos de la vida de Ricitos fugitivo. Ni Drew duró tan poco con su novia.

—Muy gracioso —dije, de mala gana.

Asaf salió luego de un momento, ubicándose a mi otro lado. Todavía se sujetaba la cabeza con una mueca adolorida.

—¿Siete minutos de qué? —preguntó entonces—. ¿Quién demonios es Sam Higgins?

—Ricitos —un Boston ebrio también se unió, tambaleándose junto a Asaf—. Por un momento, creí que su nombre era Holden.

—Sí, yo también —murmuré, restándole importancia. Me giré hacia Asaf—. ¿Qué te pasó a ti?

Su mano bajó arrastrándose desde su nuca hasta su mandíbula, que también parecía dolerle. Su mueca de dolor se hizo más evidente.

—Una chica ebria se tropezó cerca de las escaleras y la sujeté antes que cayera. Se asustó y me empujó a mí en su lugar.

Boston contuvo una obvia risa en su garganta, mirando hacia otro lado para disimular. Asaf le puso mala cara, pero lo dejó pasar.

—Iré a ponerme hielo y a dormir —comentó—. Asegúrense de que la casa sobreviva para mañana, tendremos visitas.

—¿Visitas? —pregunté.

Asaf asintió —y estuve casi segura de que no había escuchado la pregunta— antes de irse, arrastrando los pies. Boston, Grayson y yo nos sentamos al borde de las escaleras de la entrada.

Con las últimas fiestas universitarias en las que había estado, aprendí que tenían dos etapas. La primera era la de la llegada —precisamente para emborracharse, bailar o establecer clientes para vendedores como Seth—. La segunda ya era más para la hora filosófica y del amanecer.

Por ejemplo, nosotros tres, uno junto al otro con la mirada perdida en los guardias alrededor de las rejas de la casa, estábamos en la segunda etapa.

Esa etapa donde te preguntabas cuál era el sentido de tu vida allí, en medio de una fiesta sin razón.

—No sé cuál es mi propósito en la vida —insinuó Boston, con la mirada perdida—. Estoy tan seguro de que no lo sé, que sé que no sabré si realmente lo sé en mucho tiempo.

—¿Qué? —murmuró Grayson, confundido.

—¿Ven? Ni yo me entiendo —Boston empezó a lloriquear—. ¡Ni siquiera Dallas me entiende! ¡Y Dallas es mi mejor amigo, mi hermano!

—Por favor, no empieces a hablar de Dallas —rogó Grayson repentinamente.

—Y sé que quieren saber cómo está mi amistad con Dallas —siguió Boston, sollozando—. ¡Es muy bueno en lo que hace! En lo que sea que haga. Estoy orgulloso de mi amigo.

—Eso es muy tierno —insinué, riendo un poco.

—¡Lo sé, Paige! ¡Soy lo mejor que le ha pasado a Dallas, obviamente! —Boston estiró sus brazos para exagerar la afirmación. Se volteó hacia mí—. Por cierto, lo siento por lo del primer día.

Asaf y la alerta de auxilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora