Prólogo.

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Caminé dentro del nuevo lugar al que llamaría hogar durante los próximos seis meses hasta cumplir la mayoría de edad y poder irme.

Este erá por así decirlo un orfanato solo que, en lugar de haber niños, solo somos adolescentes que por inesperadas razones perdimos a nuestras familias, pero según tengo entendido, solo se aceptan desde los doce hasta los dieciocho años, hay dos edificios, el de los de doce hasta los quince , y el segundo edificio de los de diesciseis hasta los diesciocho, aunque en realidad es hasta los diescisiete ya que en cuanto cumples los diesciocho, debes salir de manera obligatoria del lugar. Es algo así como un orfanato-internado.

Entre a las instalaciones del segundo edificio, escoltado, por una señora de unos cincuenta y tantos años y un hombre de unos treinta.

Me escoltaron hasta mi nueva habitación, esta era la número 35 y estaba en el tercer piso. Me dieron unos minutos para instalarme y en unos quince tenía que estar en el comedor ya que darían, "un discurso importante" .

Baje en cuanto deje mis maletas en aquella habitación que era con una decoración demasiado blanca para mis gustos.

Lo primero que llamo mi atención, fue una pelinegra, sentada a solas en una de las largas mesas de aquel comedor, sus labios eran rojos, casi como la sangre, su cabello era tan oscuro como el carbón, sus ojos eran preciosos y claros.

Y esa fué la primera vez que ví, a la causante de mi destrucción.

Destruction.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora