Memorias Proxies

4

- ¡Kate! - grita la mujer, asomada por la ventana de la casa, frente al gran bosque otoñal - ¡El almuerzo ya está listo, ven!

La pequeña Kate recolecta piedras y juega con las mariquitas. Escucha la voz de su madre, pero no tiene hambre todavía.

Sopla una brisa fría y un olor a hojas quemadas se hace presente en el lugar.

Kate escucha un ruido detrás de ella, son pisadas. Voltea, podría jurar que vio una silueta esconderse detrás del árbol.

- ¿Hola? - se acerca temerosa y curiosa hacia el árbol.

Ve una cabeza, es como una esfera luminosa. Está ahí, escondido entre las ramas. ¿Es este el hombre árbol de los cuentos de hadas?

- Ven, sal, no voy a hacerte daño - le dice la pequeña Kate con más confianza, inocente. Incluso, sonríe.

La silueta alta está a punto de salir de su escondite, deja ver sus largas manos soltar la madera rasgada del árbol. Pero, antes de que pueda finalizar su presencia, una mujer llega con prisa, por lo que él vuelve a ocultarse.

- ¡Kate! - la toma de la mano su madre - ¿Por qué tardas tanto? Te dije que no puedes tardar tanto y tampoco venir sola al bosque. Cuando vi, ya te habías ido. Hija, yo me preocupo - le hablo preocupada.

- Mami, hay un hombre árbol, allá - la niña señala el gran árbol.

La madre mira, pero no ve a nadie, tan sólo lo que parecen ser garras marcadas en el tronco del árbol. Piensa que puede haberse tratado de un animal salvaje, aunque las marcas están bastante altas.

- No digas tonterias, hija. Vamos a casa.

- Pero mami, yo lo vi.

- Kate, sabes bien que esos sólo son cuentos de hadas. Regresemos a casa, se enfría tu almuerzo.

- Si, mami - le responde la niña algo decepcionada. Al irse de la mano con su madre, voltea para ver si aquel hombre esta ahí, pero ya se ha ido.