Ezequiel abría los ojos ocasionalmente deseando que todo lo que había tenido lugar fuese una pesadilla pero sabía que no era así. Había sido real.
Ahí se encontraba, sentado en la esquina de aquella celda con las rodillas flexionadas, abrazadas por sus brazos enjutos y custodiadas por su mirada cabizbaja, su mente aún divagaba perdida en el tiempo y en el espacio librándole del hedor a podrido y del momento presente.
En un instante los gemidos de las ratas, el único ruido que rompía el silencio, pasó a un segundo plano a causa de unos pasos decididos que se acercaban. Segundos más tarde, uno de los alguaciles se colocó frente a la reja, su figura estaba acompañada de otra silueta cuyo cuerpo estaba custodiado por un manto negro, mientras que su rostro se ocultaba tras una máscara blanca. Ezequiel reconoció aquel uniforme, que identificaba a los miembros de "Espejismo".
-Ezequiel, tiene visita – anunció el guardia mientras introducía la llave en la cerradura.
El portón se abrió y aquel misterioso sujeto se colocó frente al chico. Aquella máscara solo le traía recuerdos negativos.
-Hola Ezequiel – saludó aquel individuo ignorado por su interlocutor que se encontraba perdido en sí mismo- vengo a sacarte de este sitio.
Las últimas palabras del desconocido parecían estimular el cerebelo del consternado chico intensificando su temblor.
-¡No quiero salir de aquí! – exclamó mirando al funcionario de prisiones - ¡Llévatelo, por favor!
Pero el guardia hizo caso omiso a su súplica y en lugar de introducirse en la celda se marchó.
-¿Sabes? Hoy es un gran día – anunció el enmascarado.
-¡No sé de que hablas pero no quiero salir! ¡No quiero seguir convirtiéndome en mi peor pesadilla!
Pero esto es parte de nuestros principios. Sabes que erradicamos a las células cancerígenas de la sociedad para curarla y que ella lo es, lo hacemos por ti, porque nos importas.
-¿Ella? ¿te refieres a Llaranyd?
Ezequiel alzó la mirada, sus ojos verdes habían perdido cualquier resquicio de luz sellando la tristeza, el dolor y el insomnio en una bolsa formada por unos párpados abultados y grapados por unas ojeras de grandes dimensiones, tan negras como la ceniza de sus recuerdos. Miró a aquel sujeto que tendía su mano, la tomó e incorporó su famélica y macilenta figura.
-¿Sabes Ezequiel? – preguntaba de forma retórica el enmascarado mientras surcaban la prisión en dirección a la salida- Dicen que cuando realmente descubrimos quiénes somos, lejos de las expectativas que teníamos de nosotros mismos, podemos horrorizarnos o sentir euforia, no hay término medio. Tú estás terminando de descubrir quién eres. Ahora no lo entiendes, pero pronto descubrirás que debes sentirte orgulloso.
Al salir de la penitenciaría les aguardaba un Mercedes "C-220" color negro cromado con unas llantas de aleación plateadas de cinco puntas. El firmamento, el cual no veía Ezequiel desde hacía tres semanas se encontraba arropado por nubes teñidas de gris oscuro que anunciaban lluvia.
En cuanto se subieron en el vehículo un estruendo dio origen a una tormenta.
-Dyedra, espero que estés bien - pensaba Ezequiel mientras contemplaba la lluvia torrencial que empañaba los cristales y dimanaba un sentimiento melancólico que limpiaba la oscuridad de su corazón descubriendo sus emociones.
Tras una trayectoria de poco más de media hora alcanzaron su destino, la playa de la Costilla en la ciudad de Rota.
Tras detenerse el vehículo, el enmascarado abrió la puerta de Ezequiel y luego extendió un gran paraguas negro que les guarecería de la tormenta.
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DYEDRA
Misterio / SuspensoUna historia que desafiará los límites de la cordura. Publicada en 2 016 bajo sello editorial y actualmente descatalogada. Un regalo de mi parte para los amantes de la lectura en estos tiempos tan difíciles. Derechos reservados a Pedro Sánchez Ramo...