640 74 36
                                    

Baji acarició al gato negro que estaba en la puerta de la cafetería y entró, siendo recibido por el olor a café recién molido. Tenía sillas, mesas, unos sillones y un pequeño patio lleno de plantas (también con otras mesas) pero por las épocas de lluvia, no estaba siendo usado.

En su cuello traía una bufanda color roja, ya que afuera hacía frío. Se secó la suela de los zapatos con el tapete, el pavimento de la calle seguía mojado por la lluvia y esperaba que ninguno de sus amigos hubiera tenido un contratiempo para poder llegar.

Fue a la caja registradora para hacer su orden. De forma automática, sintió nervios. Pasó los brazos por detrás de su espalda, no dejando a la vista sus manos.

En el momento que se paró ahí, no había nadie, sólo estaban los otros dos chicos preparando los cafés y demás cosas mientras los clientes esperaban sus pedidos.

— Buenos días. Lo siento, tuve que ir a arreglar algo. ¿Cuál será tu orden? — El chico de cabello rubio, llamado Chifuyu, le preguntó de manera tranquila y con una sonrisa encantadora.

Keisuke movió los dedos, le sonrió de vuelta, desgraciadamente no llevaba sus lentes de sol y sus ojos podrían delatar el gusto que le daba verlo. 

— Buenos días, Chifuyu. Pediré el café negro de siempre, por favor.

Hace tres años que se conocían, pero nunca cruzaron más palabras, sólo se saludaban y una que otra vez preguntaban qué tal les iba. La única ocasión en la que hablaron de forma decente, fue en un día no tan agradable para Baji. Desde ese entonces, ya no conversaban demasiado.

No quedaban en verse afuera, la agenda de Baji era apretada por la universidad gracias a los proyectos. No era el más aplicado en la clase, pero si quería terminar con una buena calificación, tenía que esforzarse. La única oportunidad que tenía de relajarse, era en las mañanas antes del colegio.

Chifuyu trabajaba en las mañanas para después en la tarde estudiar. El arte se le daba bien y decidió estudiarlo, teniendo que hacer unos cuantos cuadros que le llevaban semanas por los detalles, pero por suerte los podía terminar en días por las horas que les dedicaba.

— Nunca algo diferente, Baji. En un momento está listo — Anotó el pedido en la pantalla. 

Al hacerlo, Baji seguía mirándolo, a lo que Chifuyu, un poco nervioso, le regaló otra sonrisa. Matsuno se fijó si no había clientes en espera, al asegurarse de que no, decidió empezar una conversación.

— ¿Cómo has estado?

La pregunta tomó de sorpresa a Keisuke.

— Estresado, ya sabes. ¿Qué tal tú?

— Igual, sólo que estar aquí me relaja un poco — Matsuno lo miró y no pasó de alto un detalle — ¿Has estado durmiendo bien?

Baji se encogió de hombros, volteó a otra parte y cruzó los brazos. — Quizás sí, quizás no, quién sabe. Como sea, Chifuyu, ¿has hecho algún dibujo nuevo? Hablemos de cosas interesantes.

Matsuno negó con la cabeza, sabiendo que Baji de nuevo evitaría el tema. La preocupaba que Baji se autoexigiera demasiado. Suspiró, diciéndole que por el momento no. Realmente, sí tenía una pintura en proceso, pero quería mantenerlo en secreto, en especial con él.

Keisuke escuchó su nombre, dando ya por terminada la conversación. Los dos chicos se dieron una última mirada, sonriéndose mutuamente. Este sería el último día que se verían; jueves. Y tendrían que esperar la próxima semana.

Después de unos minutos, Draken, Mikey y Mitsuya llegaron a la mesa donde se encontraba Baji, dándoles una vista a la calle y los edificios altos con colores cálidos.

Un poco de café | BajiFuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora