Parte única.

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Es de noche, cuando los grillos cantan a lo lejos, la brisa se torna algo fría y siente los tenues rayos lunares colarse por la ventana que le acarician el rostro.

Casi en consuelo, entendimiento.

Y es que, esa noche no será como las otras. Sabe que será diferente, así lo siente, arraigado a su pecho, su corazón lo percibe.

Y es que, Kanao está sentada sobre sus rodillas, a un lado del futón dónde está él, Tanjiro, su amado esposo. En ese mismo futón que comparten desde que se casaron y con ello, unieron sus almas en matrimonio.

Siendo padres orgullosos de 4 niños. Que aunque tienen sus altos y sus bajos en cuanto a crianza, amor y valores inculcados, no les falta.

Eso la hace sonreír un instante, hasta que recuerda lo que está pasando, que le hace titubear en su sonrisa y que sus ojos, ardan. Tiene la imperiosa necesidad de tállarselos, pero lo ignora.

No quiere que Tanjiro vea sus lágrimas, aunque sabe que su intento por ocultar lo acongojada que está en estos momentos es en vano, porque ante su olfato, nada puede hacer.

E incluso cuando ella se diga varias veces «Todo estará bien, Kanao. Todo estará bien», sabe que es mentira. Porque las cosas, no están bien.

Está asustada, está triste, está dolida, está molesta; es un cúmulo de emociones que la atormentan y siente que, no podrá mantener la compostura más tiempo. Pero resiste.

Después de todo, ella pasó gran parte de su infancia en la miseria, con maltratos y sin amor. Perdió a Kanae y luego a Shinobu, sus hermanas... Entonces, ¿Por qué esto le duele tanto?

¿Por qué siente que le quema el nudo en su garganta y que su pecho se oprime? ¿Por qué duele tanto?

¿Por qué?

Quiere llamarlo, pero el nudo en sus cuerdas vocales, le impide pronunciar algo. Una palabra, un gemido, nada.

Simplemente, no puede. Es demasiada su miseria, más de lo que esperó que... Siente que no puede hacer nada.

No puede seguir.

Ya no puede mantenerse, quiere romperse otra vez. Quiere llorar, quiere gritar, quiere maldecir, quiere todo.

Pero no puede. Simplemente, no puede.

(Ayuda Tanjiro, me estoy ahogando y no puedo salvarte. Ayúdame, por favor. Ayuda.)

Siente las lágrimas formarse y tornarse cada vez más grandes, y que el nudo se intensifica, que en verdad, cree, que se ahogará.

Y es entonces, que siente su mano —la funcional—, posarse en su cabeza, y que su pulgar acaricia sus cabellos. Es ahí donde, las lágrimas se desbordan y solloza sin querer.

Quiere pedirle perdón por no poder mantenerse fuerte y desbordarse cuando la situación no lo requería. Quiere hacerlo, en verdad quiere, pero las palabras no le salen y las lágrimas le nublan la poca visibilidad que tiene.

— Kanao... Tranquila — ella niega con la cabeza, muda. Cómo en antaño, mientras aprieta sus manos con fuerza sobre sus rodillas, sintiendo la molesta sensación que le dejan la tristeza líquida en la barbilla —. Kanao... Tranquila — pide nuevamente, con suavidad, ternura, amor y calma.

Calma que no poseía ni sentía.

Pues... ¿Cómo hacerlo cuando tú ser querido o mejor dicho, tu compañero de vida, muere frente a ti sin que tú puedas evitarlo o puedas hacer algo?

— Kanao... — su mano entonces pasa a su mejilla húmeda, deteniendo sus negaciones pero no su dolor. Kanao trata de enfocarlo y de mirarlo, pero no puede, y eso es lo que más le duele. Maldita sea el momento en que ella se vino a quedar semi ciega —, estoy aquí contigo.

Buenas noches, cariño  [Tanjiro/Kanao]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora