Eres un monstruo.

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En el último asiento, del salón de séptimo grado, de la secundaria Mayorga, siempre te encontrarías al niño flacucho y debilucho, cubierto por grandes sudaderas, pantalones holgados y una mirada de ángel, oculta tras unos feos anteojos. Nunca se metía en problemas, con calificaciones de 9 a 10, no era anti social pero aún así evitaba tener mucho contacto o conversación con sus demás compañeros; nunca negaba un favor, pues cada que te acercabas a pedir su ayuda con una hermosa sonrisa suplía tus necesidades.

-Yo siento en el alma una alondra cantar, tu acento, Margarita te voy a contar un cuento.
Repetía y repetía en voz alta el poema de Rubén Darío "A Margarita De Bayle". Pues en unas semanas sería, la competencia de poesía regional y el participaría representando su colegio.

-Declamas hermoso Bondoni…
fue lo único que necesito escuchar para levantar nervioso su vista del libro, pues esa voz la conocía; la conocía su corazón, su alma y su mente, quedó perplejo al encontrar la mirada de ese hermoso chico dos años mayor que el, la primer persona que desde que inició el ciclo escolar hace tres meses, a logrado colarse en sus sueños y pensamientos.

-Hola Royer necesitas algo? ¿Deberías estar en el partido no?.  Ay Bondoni siempre con tu bocota hablando de más, el chico sonrió a lo grande.

-Emm… la verdad, si, pero… escuche una hermosa voz y decidí venir; Diablos que no me arrepiento, encontrarte y por fin hablarte es un logro más en mi corta vida, eres tan hermoso y hablas hermoso y ay deos mío.
Bondoni quedó en shock, su crush el capitán del equipo de béisbol ¿diciendo eso para el?, Se sonrojo al máximo, sin más, solo tomo sus cosas y salió del salón casi corriendo, dejando a su crush, futuro esposo y  padre de sus hijos, solo y con cara de confusión por su actitud.

A la media hora siguiente, volvió al salón, pues las clases continúan y el pequeño Bondoni no se permite faltas, para su mayor sorpresa lo recibió un sonriente Royer, justo frente a su pupitre. No tuvo tiempo de reaccionar cuando el joven capitán del equipo se acercó a quitarle los libros, mochila y acomodarlos en su lugar.

-No entiendo cómo haces para cargar este gran saco solecito, pesa como el infierno. "Solecito" esa palabra bastó para encender un incendio en el interior del menor.

-Gracias Roy, pero… no deberías estar aquí, digo, conmigo, tus amigos los populares se enojaran contigo por estar junto al matadito invisible, la neta no quiero generarte problemas.

El mayor de ellos tomó las manos del más pequeño tiernamente, acto que bloqueó por completo al adolescente Bondoni.

-Ey solecito, no digas eso ni de broma, se que nunca me e acercado a ti, pero de verdad me importas demasiado, y no me mal entiendas es solo que… se mantuvo en silencio por un tiempo pero no apartó su vista de la del delgado niño frente a él. Diablos Bondoni déjame ser tu amigo¿Sí? ¿Por favor?.







-Despierta! Fue lo único que escuche, antes de sentir como mi cuerpo se estremecía, por el frío que causó la cubeta de agua fría, que mi madre dejó caer sobre mi caro, sexi y endemoniadamente sexual cuerpo.

-¿Qué te pasa? ¿Si te das cuenta de lo que acabas de hacer madre? Osea… No pude terminar de hablar, pues la señora tuvo otro arranque de gracia y jalo mis sábanas, hasta hacerme caer de espaldas en el piso. 

-Hoy es tu primer día jovencito, levantate y por favor, bañate que se te hace tarde y con lo delicado que eres tienes el tiempo contado para llegar, asi que apurate. 

Mi verdad, Mi secreto, Mi mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora