-Tengo más hambre -se quejó el pequeño Arien, haciendo ojitos de gato.
-Puedes comer de mi plato, en realidad yo ya había cenado -Le dió una sonrisa triste mi madre.
-¿Estás segura? -Replicó lleno de esperanza.
-Si cariño, toma -dijo sirviéndole su comida.
Una sonrisa iluminó el rostro de Arien y puso manos a la obra, o mejor dicho, manos al plato.
-Madre, estoy llena -Comenté repentinamente alejando mi plato.
-No has comido ni un bocado, y tu cuerpo necesita muchas vitaminas y minerales, estas en la mera etapa de desarrollo -me reprendió.
-Pero..
-Pero nada Adalis.
Así había sido toda mi vida desde que mi padre murió hace 6 años. El era el sostén de nuestro hogar. Solíamos vivir en una casa de tamaño promedio, con uno que otro lujo. Ahora vivimos en una humilde morada pero el amor nunca falta. Mi mamá trabaja planchando la ropa de las personas de la clase alta, y yo ofrezco mi servicio de niñera.
La observé recojiendo los platos de la mesa, lucía tan cansada. Sus mechones castaños caían desordenadamente y unas ojeras adornaban sus grandes ojos oscuros. Mamá era preciosa, a pesar de los harapos que vestía. Era un ejemplo a seguir, y sin duda la persona a la que más admiraba.
-¿Cuanto tiempo más vamos a seguir así madre? -susurré tomando un plato y comenzando a tallarlo con la esponja que estaba comenzando a deshacerse.
-Hija, que más quisiera. Los años me están alcanzando y yo intento darles lo mejor. -murmuró tristemente.
-Lo sé, solo que no soporto verte así. No tienes que ser tú siempre quien deja de comer por dárselo al pequeño Arien. Podemos turnarnos, no quiero que te enfermes -Le di una mirada a su débil aspecto.
-Mientras ustedes estén bien, yo también lo estaré.
Un silencio abrumó la cocina cuando de pronto escuchamos ruidos debajo de la mesa.
-¿Arien? -pregunté desconcertada -¿Eres tú?
-Uhm no
-Vamos, sal de ahí enano -Lo reprendí divertida
Escuché como intentó salir seguido de un golpe sonoro.
-¡Ay! -Se quejó -Yo no pretendía escuchar, pero, yo también quiero ayudar
-Eres muy pequeño para hacerlo hijo, tu preocúpate por sacar buenas notas en la escuela.
-Pero.. Puedo limpiar vidrios mamá, yo siempre quise una de esas cosas, díselo Adalis -me miró suplicante.
-Mamá tiene razón Arien, será mejor que tú sí estudies -comenté nostálgica.
-Bien. -dijo rindiéndose.
-Ahora todos a dormir -ordenó mi madre dando un aplauso en el aire
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A la mañana siguiente tomé un baño y me vestí rápidamente para ir a mi trabajo. Los Collins eran una pareja con una pequeña hija, que siempre tenían juntas de negocio y no podían llevarla, ahí es donde entro yo. Tenía alrededor de 3 años trabajando para ellos y confiaban plenamente en mi. Vivían en La Ciudad Valle Alto, mientras que nosotros a las afueras en un pueblito.
-Arien, ¿estas listo para irnos? Es tarde ya -le grité mientras tomaba una barrita de granola y le daba un beso de despedida a mi madre.
-Ya voy, tranquila tranquila.
Arien siempre me acompañaba al trabajo. Él y la pequeña Collins se llevaban muy bien, por lo que no había problema.
-Hoy iré a casa de los Johnson por su ropa cariño. Nos vemos al final del día, los amo -Dijo mi madre dándonos un fuerte abrazo.
Arien y yo emprendimos marcha y al cabo de 1 hora llegamos. Admiré una vez más su enorme casa. Era tan preciosa. Una fuente se encontraba en el centro del gran jardín. Llegué a la entrada y pude observar un folleto colocado descuidadamente en uno de los bordes. Toqué 3 veces la puerta de marfil antes de que la pequeña me abriera.
-Hola Adalis, mis padres acaban de irse. -dijo Lucy invitándonos a pasar, para después posar sus ojos en mi hermanito -Arien -saludó tímidamente.
-Lucy -le regaló una sonrisa mi pequeño hermano coqueto.
-Hola pequeña, encontré esto en tu puerta. -dije interrumpiendo su juego de miradas y echando un vistazo al folleto.
"1 millón de dólares están en juego y tu puedes ser el ganador" Podía leerse en la parte superior del folleto en letras rojas.
¿Que?
Continué leyendo; era sobre una competencia que se llevaría a cabo en un lugar llamado "El inframundo", muy original. Decía algo sobre 30 participantes y el ganador llevándose 1 millón de dólares.
Comencé a imaginar que haría con tanto dinero. Al fin saldríamos de deudas y podríamos comer bastante bien los 3. Ya no trabajaríamos arduamente para ganarnos el alimento y podría comprarnos algo de ropa.
Una chispa de emoción cruzó mi rostro, así que continué leyendo la convocatoria.
"Para más información visita nuestras oficinas en la calle de las Rosas, #420 Ciudad Valle Alto"
Uff, que suerte, no queda lejos de aquí.
Y finalmente en letras pequeñas podía leerse "cupo limitado" y una serie de números al reverso de la hoja apenas visible.
Y no era solo una serie de números, era un número de teléfono.
Venían una serie de requisitos para poder presentarte ahí.
-Mayor de 18 años de edad
-Sexo indistinto
-No están admitidas mujeres embarazadas
-No se admiten personas con problemas del corazón, diabéticas o algún otro problema de salud, tanto mental como psicológico.Por primera vez me sentí orgullosa de mi, ya que cumplía todos los requisitos.
Bieeen Adalis.
Tomé valor y decidí marcar el número, mientras cerraba la puerta de entrada y me aseguraba que Arien y Lucy siguieran vivos.
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Nota del autor:
Hola holaaa
Se me ocurrió esta historia gracias a un sueño, pueden creerlo? Jiji
Es el comienzo de una nueva aventura :D
Esto solo es una introducción para que conozcan un poco sobre el origen de nuestra queridísima Adalis :3
Cambio y fuera
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Inframundo: El juego infernal
Action10 niveles, 30 participantes. ¿Quien será el acreedor al millón de dólares? o mejor dicho ¿logrará alguien sobrevivir?