Mudanzas y corazones rotos

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NO HUMANS WERE HARMED

DURING THE MAKING OF THIS STORY...

NOT YET.

***

Mi humana estaba estresándome. ¿Por qué ponía en esa caja acartonada mis juguetes? ¿Por qué no entendía que si los estaba sacando, era porque los quería exactamente ahí donde los había puesto?

—Liho... no estás ayudándome.

¿Por qué yo iba a ayudarle? Ella era la humana, ella debía atenderme y hacer las cosas por mí.

—Miau— Fue mi respuesta.

La mujer del pelaje rojo me vio como si estuviera loco. Y ella era la que estaba hablando con un gato, por el amor de dios; lamí mi pata y maullé algunas veces más, tallándome contra sus piernas... cuando quería que me sirviera mí manjar de salmón, tenía que acariciarla y hablarle con cariño. ¿Todos los humanos eran así, o solo las hembras estaban necesitadas de afecto?

En fin, me senté a sus pies y ella solo me vio fijamente. Levante mi pata, señalándole el camino a la cocina, porque al parecer se había olvidado de donde estaba o algo así... (Como Gertrude, la mujer del 7B que cuando me cuidaba, me daba hasta tres veces alimento porque era algo olvidadiza) ¡Pero seguía sin moverse!

—Tendrás que esperar a que lleguemos a nuestro nuevo hogar, Li-Li— Dijo, agachándose para rascar mi cabeza y por un momento logró distraerme del objetivo, pero claro que me sentí ofendido cuando entendí que no había comidita. Mis tripas hacían grrsgrrssggrr. Estaba famélico. Casi muerto de hambre.

—Miauuuuuu— No me gustaba rogar, pero a veces uno tiene que doblegar el orgullo por una latita.

—Hace media hora comiste, pequeño gañan... no te toca comer hasta la tarde y para eso faltan muchas horas. Recuerda la dieta.

Pero de que hablaba, mi figura esponjosita y curveada, era perfecta. ¡¿Horas?! No entendía la referencia, pero quería mi lata ¡YA!

De sobra está decir que me tiré en el suelo y fingí un desmayo, pero Natasha solo se fue dejándome ahí solo, hambreado y a punto de morir. Alguien llamaba a la puerta y los tres hombres que habían llegado a saquear mis pertenencias volvieron a entrar para llevarse mi caja de juguetes y otras más que estaban en la cocina. dos de ellos se llevaron las cajas restantes, mientras el otro se mantuvo al costado de mi humana.

—¡MIAU MIAU MIAU MIAUUUU!— Ni diciéndoles sus verdades, devolvieron mis cosas. A ella le gustaba que se llevaran sus trapos y las almohadas feas que yo había mordisqueado, pero ¿porque tenía que dar mis pertenencias también?

Estaba harto. Maldita vida.

—¿Es todo, Nat?— Preguntó el hombre deforme de las bolas en los brazos y de cabello amarillo. ¿Qué, querías más, pedazo de..?

—Si, Steve... es todo, solo falta meter a Liho en su transportadora y estamos listos.

El hombre con forma de dorito... <uy se me antojó un dorito>, se acercó a Natasha y le metió la lengua en la boca. Literal, la lengua en la boca. Los humanos no podían ser más asquerosos... ni loco dejaría que Natasha me besara nunca más, que asco.

—Steve, compórtate... Sam y Rodhey pueden volver— Dijo la del cabello rojo cuando el "Sttiff" le puso las manos en el trasero. Y parecía que eso que hacía le dolía a mi humana porque lo estaba mordiendo en el cuello y gimiendo de dolor.

—Se adelantaron con el camión de la mudanza, estamos solo tú y yo...—Jadeó, al parecer Natasha le había mordido lo suficiente para advertirle que estaba en peligro.

—Esto de la mudanza me ha tenido algo estresada, quizá sea bueno liberar tensión... lástima que la cama ya está camino al complejo.

—No necesito una cama, te necesito a ti.

—Joder, si... Steve— Natasha volvió a hacer ruiditos de dolor, creo que la estaba aplastando con sus manotas— Sobre la encimera, siempre quise hacerlo aquí.

¡Hola! ¿Ya que están en la cocina alguien podría dejar de jugar y darme mi lata? Ya pasaron horas... les pedí, pero no me prestaron atención. Estaban muy ocupados quitándose los harapos de encima; si entendía que la ropa picaba, era muy incómodo cuando Natasha intentaba vestirme, pero hey... tenía hambre y estaba perdiendo la paciencia.

Cuando el hombre empezó a asearla con su lengua, supe que había perdido la batalla... usualmente el acicalamiento tardaba; Así que derrotado, me fui al alféizar de la ventana, para echarle un vistazo al barrio. Bigotes el gato persa me saludó desde el edificio de enfrente y esperé pacientemente a ver si aparecía Bombón, su hermana... ¡era tan bonita y tan educada! Pero cuando pasó por el gran ventanal, solo me dirigió una mirada de desprecio, agitando la cola como si yo fuese un gato callejero cualquiera...

El amor dolía, la telenovela de Gertrude me había enseñado que a veces hay que dejar ir, pero lo que "Cuando seas mía" no decía, es que dolía tanto. Aunque no estaba seguro si era hambre lo que sentía. Como sea, era hora de olvidar a Bombón y enfocarme en otras cosas, como lo hizo Diego Sánchez Serrano. Así que me enfoqué en tomar una siestecita... y cuando desperté, estaba en una caja con hoyos dando tumbos de lado a lado...

—¡Ayudaaaa, me secuestraaaan!— Grité y grité pero nadie acudió a mi auxilio.

¿Ese era el fin?

To be continued...

***

LIHO MEETS WORLDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora