Bien, hay estaba, en el departamento más caro del lugar, en un edificio lujoso y vestida, según los requerimientos de la dichosa y brillante invitación, solo con un vestido, un chal y mis típicos zapatos de tacón bajo, sin nada de ropa interior. Me estremecí, que había estado pensando cuando acepté esto.
Al llegar al lugar me había encontrado con la puerta abierta, tomándolo como una clara invitación pasé y observé el elegante departamento, no había nadie alrededor. Luego llegué al balcón y observé las luces de la ciudad que se extendían por todo el horizonte, como pequeñas estrellas brillantes de múltiples colores.
—¿Quién eres tú? —dijo una voz masculina, profunda, ronca y baja, de esas que si dieran una orden nadie desobedecería. Lentamente me giré y vi al tipo, que por cierto estaba exactamente a centímetros de mi.
Observé, primero, su camisa de seda negra, pegada a un pecho musculoso, luego un cuello firme, un mentón cuadrado, unos labios elegantes y definidos, una nariz respingada y por último unos ojos de un color tan azul que me dejo pasmada.
—¿Quién eres tú? —volvió a preguntar y di un paso hacia atrás para chocar con la cornisa, tragué para poder hablar, el viento volvió a soplar para desordenar mi cabello y el suyo, uno negro y ya desordenado. Me estremecí por el frio y él arrugó su frente. —Vamos dentro —dijo, más bien ordeno y al ver que no me movía alzo una perfecta ceja.
—Cla...claro —murmuré y lo seguí de regreso a la sala.
Ya en ella él se paró a metros de mí y me miró detenidamente de pies a cabeza, ahí noté cuan alto era, probablemente de 1, 90 metros, musculoso, y por lo que veía de su piel, moreno. Al llegar a su rostro él alzó una ceja, yo aparté la mirada lentamente fingiendo que veía otra cosa.
—Ahora dime quien eres y que haces así—. Pasé mis manos sudorosas por mi vestido negro.
—La invitación —dije feliz de recordarla, la saqué de mi pequeño bolso y se la tendí, él se acerco para tomarla, mientras la leía arrugó su frente, me miró a mi y luego a la tarjeta.
—¿Cómo obtuviste esto? —preguntó con el ceño fruncido, rayos, pensé.
—Llego a mi casa, se suponía...—dejé de hablar al ver su expresión, no era esa de "oh rayos lo olvidé", más bien era de "estas completamente loca".
—¿Me quieres decir que estas aquí para tener una cita de...sexo? —leyó la tarjeta.
—No, sí, bueno, eso no es asunto tuyo—. Estaba perdiendo los estribos. No entendía nada, esa era la dirección, pero él no sabía nada, debía irme de ahí.
Una puerta se abrió de repente y otro hombre salió de ella, este era rubio, igual de alto que el otro, de rostro elegante y amable pero muy pálido, y por lo que noté tenía los ojos de color verde claro, vestía un pantalón de buzo azul y nada más, parecía que se acababa de levantar, incluso su rostro estaba medio somnoliento. Al verme se congeló, pero luego una sonrisa comenzó a aparecer en su cara, tuve la extraña sensación de querer sonreír de vuelta, pero me contuve.
—Perfecto —dijo él extrañamente feliz y llegó a mi lado.
—¿Qué rayos has estado haciendo? —le preguntó su amigo, él lo miró y sonrió a un más. Se encogió de hombros.
—Me cansé de buscar en las calles, así es más fácil—. Miré a ambos confundida, en serio debía salir de ahí.
Como di un paso hacia atrás, el tipo rubio me miró.
—Disculpa a mi compañero —dijo con amabilidad —yo soy Romeo —alcé una ceja —sí, mi madre era fanática del Shakespeare —le sonreí, era muy encantador—, el gruñón de ahí es Mateo —me reí aún más y Mateo arrugó su frente. Suspiré.
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Historias Cortas +18
RomanceBienvenidas a esta nueva idea-proyecto. Aquí publicare de vez en cuando historias cortas, pequeños relatos y demás, de índole erótico y/o romántico. Espero les guste, no olviden dejar sus comentarios y votar si les gusta. Relatos: 1.- Ultimo Día. 2...