Esta ocasión llego tarde de lo normal. El saber que le debo una disculpa a otra persona y no encontrar manera de pedirla me ha mantenido ansioso.
En realidad no sabía si la encontraría o no en el salón. Puede que trate de evitarme y llegar a la misma hora que los demás para no estar sola conmigo.
Toda clase de pensamientos me invadían que no me percaté en que momento llegué al aula. Para mi sorpresa, la chica se encontraba sentada donde siempre. Me detengo justo en la puerta para observarla.
Simplemente levanta la mirada de su libro y me brinda los buenos días antes de continuar leyéndolo. Le devuelvo el saludo y asiento mis cosas en el escritorio. Me quedo ahí parado durante un rato tomando las fuerzas necesarias para encaminarme hasta su lugar.
Coloco otro plato parecido al de ayer en su pupitre. Se limita a verlo y yo me siento en la silla de enfrente.
—Es mi forma de disculparme por lo de ayer —digo sin más.
—No tiene nada de qué disculparse. Al fin y al cabo usted es el maestro, fue mi irresponsabilidad el llegar tarde a la clase —habla con toda tranquilidad, no noto reproche alguno en sus palabras.
—Eso no importa. Reconozco que exagere las cosas. Me disculpo por ello, sé que no hice bien —las palabras salen por sí solas de mi boca.
—Es su deber como docente. Fui yo la que llegó tarde, en realidad es mi culpa, no tiene porqué pedir disculpas.
—¡Vaya que si eres testaruda! ¡Ya te dije que solo aceptes mis disculpas! —exclamo y me mira asombrada.
Perdí un poco el control de la situación. Estaba a punto de disculparme por mi comportamiento cuando una carcajada sale de su boca. Creo que de ser capaz de sonrojarme lo hubiera hecho.
—Sí que es raro —dice cuando logra calmarse un poco.
—Tú no te quedas atrás —contesto y ella levanta una ceja. Ambos reíamos ante el comentario.
Me veo a mismo sorprendido lo cómodo que me sentía en ese momento riéndome a su lado.
—Me enteré que ayer vino a verte tu hermano —pregunto sin perder tiempo. Es la única hora en dónde podemos hablar a solas, y quiero aprovechar que aún no llega nadie a interrumpirnos.
—Sí. Vino de paso. Va a seguir con su viaje.
—¿Te quedas con tus padres cuando él no está?
—No. Vivimos solo los dos juntos. Cuando él no anda de viaje se la pasa trabajando desde casa —explica.
—¿Te quedas sola todo ese tiempo?
—Sí. Ninguno tiene problema con ello.
—Sí él tiene que andar de viaje en la ciudad, ¿por qué mudarse aquí?
—Solamente queríamos probar algo nuevo —contesta luego de unos segundos de haber pensado sus palabras.
Decido dejar la plática hasta ahí para no levantar muchas sospechas. También no tarda mucho cuando el ruido de los tacones se aproxima por los pasillos. Me dispongo a ir al escritorio antes que ellas entren.
—Señor Taylor, ¿ya calificó los ensayos? —pregunta Alison, a la que yo llamaría la nerd del salón.
Es la única que se la pasa haciendo preguntas durante la clase, hasta a mí me fastidia tener que ir respondiendo cada una, sin embargo, es mi responsabilidad como maestro.
Lo vuelvo a decir, odio este empleo.
—Me he atrasado un poco porque tengo que leer los de todos los grupos. Mañana mismo se los entregaré —miento. Siendo honesto ni siquiera sé dónde aventé las hojas.
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Sangre Mágica (Guerreros Celestiales I)
VampirosUna Guerra de hace mil años. Cuatro Guerreros, un Capitán. Se supone que no son más que leyendas, pero... Existe el repentino interés de encontrarlos. William Taylor es mandado a un pueblo donde hubo ataques a manos de un vampiro cerca de la zona. S...