¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
A pesar de los pedidos desesperados por parte del ruso, el mayor mantuvo la boquilla del arma apuntando contra su cien. Con firmeza y seguridad, apretó el gatillo. El sonido hueco que produjo dicha acción, fue suficiente para que las palpitaciones del menor cesaran en el instante en el cual el sonido inundo sus oídos, sin embargo, a los poco segundos de realizado el acto, suspiro aliviado al percatarse de que ninguna bala salió del objeto y, por lo tanto, el mayor no presentaba herida alguna. Los latidos volvieron en un ritmo acelerado que era provocado por el temor, el terror de pensar que hubiera pasado si la suerte no estaba de su lado como su superior le había afirmado anteriormente con tanta lasitud en sus palabras, arrastrando las mismas con pesadumbre, agotado de la propia vida que no lo dejaba partir.
Los temblores se apoderaron rápidamente de su anatomía, así como el aire comenzaba a escasear en sus pulmones, causando jadeos agitados que buscaban recuperar el oxígeno que parecía haberse esfumado como su capacidad para conseguir la misma, pues por más que intentara respirar con normalidad, no lo conseguía.
— ¿Lo ves? — Pregunto, alejando la boquilla del arma de su sien. — No puedo morir — Re afirmó.
Aún atemorizado por lo que su mayor acababa de cometer para demostrar la situación de aparente inmortalidad que vivía, entre pensamientos distorsionados y mezclados que nublaban su mente, reaccionó violentamente; Le propinó un golpe en la mejilla derecha con fuerza, logrando que el mayor soltara el arma y retrocediera un par de pasos debido al impacto improvisto del ataque. Se había escuchado el arma chocar contra la tierra debajo de sus pies, y aquello dejo un pequeño silencio que no tardó en desaparecer.
— ¡No vuelva a hacer eso nunca! — Vociferó con rabia, tomando al mayor por sus hombros, dando sacudidas bruscas. — ¡No vuelva a intentar dispararse en mi puta presencia!.