Huir

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{Esta historia es la secuela de "En la bañera". Te advierto que es sumamente importante leer la primera obra para que puedas entender esta obra}

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Vivir con sus suegros era probablemente el peor infierno en el que se podía estar. Era la cuarta vez que su suegra le daba una muestra de embarazo, y estaba cansado.

Si ésta vez daba igualmente negativo, no soportaría un golpe más de su esposo.

El teléfono principal de la gran mansión comenzó a sonar. Guardó la muestra que traía en las manos para poder caminar hasta el irritante sonido que le lastimó los oídos.

-Mansión Min, ¿Quién llama?.— Contestó cuando levantó la bocina y la puso contra oído.—

-Es la familia de Min Yoongi, y su esposo Min Jimin, ¿o me equivoco?.— Una voz femenina comenzó a hablar del otro lado del dispositivo, y por alguna razón algo le hizo fruncir el ceño.—

-Está usted en lo correcto, señorita.

-Me temo que tenemos malas noticias.— Y justo ahí, fue cuando los pulmones de Jin se vaciaron cuando la mujer pronunció aquello.—

-¿Seokjin?.— La voz de su suegra le hizo temblar.—

Giró sobre sus talones para mirar a la mujer. Y el agarre en el teléfono entre su mano se hizo más fuerte al empezar a escuchar la voz de la mujer desconocida en el dispositivo. Y con cada palabra, el estómago de Jin se retorcía dolorosamente.

-¿Jin? ¿Qué pasa?.— La mujer mostró por primera vez ante él una mueca preocupada, al ver que Seokjin no respondía.—

-Jimin~.— Fue lo único que había logrado pronunciar cuando su suegra le arrebató el aparato de las manos.—

No lograba entender. Solo sabía que su amigo había perdido la vida de una manera tan cruel. Su cabeza dió vueltas y comenzó a sentir que sus pies se despegaban del suelo. Comenzaba a sentir que volaba, y se perdía en sus pensamientos.

El llanto de su suegra se hizo presente en el salón, su hijo mayor también había fallecido. Y tras el llanto de la mujer, su suegro y su esposo llegaron al salón con un rostro preocupado.

Su corazón latía, los tres miembros de esa familia rodeaban el aparato donde aquella mujer les relataba lo que había sucedido.

Una de las manos de Jin tomó inconscientemente la prueba de embarazo que había guardado en uno de los bolsillos de su traje, y su corazón se detuvo cuando la muestra dio positivo. Las dos líneas sobre la prueba pudieron ponerle los pies sobre la tierra nuevamente.

Fue ahí cuando se dio cuenta. Entró en razón. No quería esa vida, no quería que ocurriera la misma historia que le había tocado a Jimin. No quería que su bebé creciera en un ambiente como ese, con un esposo que le golpeara y le humillara. No quería que su hijo lo abandonara cuando él se negara a huir con él. No quería terminar muerto igual que su mejor amigo Jimin.

Vio sobre una pequeña mesita unas llaves que logró reconocer. Eran las llaves del auto que su esposo utilizaba para ir a trabajar. Miró a la familia Min por un momento, asegurándose de que no le pusieran ni la más mínima atención.

Logró tomar las llaves, y sin atreverse a mirar nuevamente atrás corrió hacia la puerta principal.

Logró salir al gran pateo delantero donde solían dejar los autos de la familia. Su vista logró encontrar el auto blanco de su esposo, y corrió hacia él, abriendo la puerta, encendiendo el motor, logró ver también que las puertas de la gran entrada estaban por cerrarse.

Su corazón latió desenfrenado cuando la voz de su esposo le gritó desde dos autos más lejos.

-¡Cierren las puertas! ¡Vamos! ¡Ciérrenlas!.— Gritó su esposo, y los trabajadores comenzaron a hacer lo que se les estaba ordenando.— ¡Joder, Jin!

Tomó con fuerza el volante, en ese momento ya no le importaba otra cosa más que salir de ese lugar junto a su hijo que se aferraba en su vientre. Pisó el acelerador y sin importarle más, logró estamparse contra ambas puertas abriéndose paso.

Custodia [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora