Capítulo 3: Todo se fue a la mierda.

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Ami Blackwood.

Me arrastraba en medio de los conductos con cautela, si bien era cierto que nadie me vería, temía porque las personas que estuvieran abajo de estas estructuras de metal me oyeran.

Sabía muy bien hacia dónde dirigirme, había gastado años de mi vida estudiando y analizando esta casa, me sabía todo al derecho y al revés.

Y es por eso, que no podría haber fallas en mi glorificado plan.

Mi margen de error tenía muchos ceros a la izquierda, es decir, que casi nunca fallaba, pero nunca se debe retirar la posibilidad.

Es por eso, que mientras me movilizo por encima de sus cabezas, pienso.

Mi objetivo principal es llegar a la oficina del presidente, lugar de donde llamó el delicuente, y donde probablemente esté mi padre, porque no hubo forma de que pudiesen ingresar sin problemas al lugar sin las huellas y los códigos que solo sabía el presidente.

Algo que desconocía era la cantidad de hombres rondando por la casa, no tenía idea de cuantas personas de los nuestros seguían libres y armando planes para rescatar a mi padre o a mí.

Lo único que sé es que estas personas son muy buenas en su trabajo, porque son los primeros que han llegado tan lejos, a pesar de la seguridad que había en este lugar y las muchas personas que nos acompañaban, era extraño que tan de repente estuviésemos en una situación tan apretada.

Sin duda debía capturar al jefe de esta "mafia" e interrogarlo.

Todo era confuso, yo no me podía detener, y debo continuar mi camino hacia la oficina.

Aún si hacía cálculos debían haber personas vigilando en los pasillos de ese lugar, y dentro debían encontrarse algunas de la misma manera.

Tengo claro, que ni por más fuerte e inteligente que sea podría irme contra un batallón yo sola.

Así que debía pensar muy bien mis movimientos.

Continuo con mi recorrido y una vez había llegado a la rejilla que estaba en la oficina, me asomé con cautela para mirar en el interior para poder evaluar la situación y darle un porcentaje de efectividad a mi plan.

Mis ojos indagan y pueden captar la siguiente escena:

El presidente atado de pies y manos en el suelo. Y como un plus el maleante sentado en el sillón presidencial con los pies apoyados en el escritorio mientras observa las pantallas de los diferentes monitores. Estaba vigilando a través de las cámaras.

Seguí escaneando con la vista pero no hallé más hombres, ni bombas, ni nada fuera de lo común, además capté que las puertas estaban bloqueadas por dentro, es decir, que la persona que estuviese afuera quisiera ingresar, no podría. No tiene la llave, mi padre.

Me di mi tiempo para seguir buscando algo que podría fallar, y también decidí mirar por muchos más segundos al delincuente, estudio sus movimientos, acciones, u otras cosas que pudiesen servir de información.

—¿Por qué carajos haces esto, Jax? —me sorprendí cuando mi padre comenzó a hablar.

El mencionado, Jax, se inclina en la silla con ayuda de sus pies y hacen contacto visual.

—No molestes, Kael. Sabes muy bien que vengo a rescatar lo que es mío.

Alcé una ceja.

¿Lo que es suyo?

¿Qué es suyo?

Al no saber de que habla decido oír un poco más.

—Ami no tiene por qué vivir con una basura como tú. La llevaré conmigo para que tenga una vida de verdad.

No eres mi dueño [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora