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Creo que es importante saber que Paul es más alto que John...

Era una bonita tarde de 1974 en Nueva York.

El cielo era claro y se podía escuchar el bullicio de la gente en aquella agitada ciudad llena de personas.

Podría ser perfecto. Pero no para esas dos personalidades que estaban congeladas dentro de ese callejón.

¿Qué demonios haces aquí? — Paul McCartney se encontraba bastante sorprendido y la vez molesto de reencontrarse con quien alguna vez fue su amigo.

La calle es libre ¿no? En tal caso dime qué haces tú aquí. — Respondió Lennon con mucha más agresividad.

No es asunto tuyo. — Demasiado cortante para el orgullo de Lennon. Así que Paul decidió pasar de largo para continuar con su camino.

Anda, vete. — Rodó los ojos para así continuar también.

Maldito cobarde... — Refunfuñó para sí mismo pero lo suficientemente alto para que el otro lo escuchara.

Mira que solo venir para fastidiar, este hijo de puta. — Dijo igualmente en voz baja. Pero McCartney lo escuchó.

¿Qué dijiste, imbécil? — Se volteó rápidamente y se acercó al mayor peligrosamente. — Repítelo si te atreves.

La tensión era obvia.

Solo vienes a fastidiar, Macca. — Escupió en su cara.

Aw. ¿Esperabas que viniera a verte a ti? Qué patético eres, Johnny. — Su tono era tremendamente peligroso y obviamente burlón.

Más patético eres tú que piensas que eres el dueño de la calle para venir a quitarme de ella. — Le lanzó una mirada amenazante.

Cállate.

Cállame.

Entonces eso hizo.
Lo tomó de la camisa y lo acorraló contra la pared para besarlo bruscamente.

Era un beso furioso y cargado de deseo. Demasiado tiempo sin verse, y es que no queriendo aceptarlo, extrañaban eso.

Ah, ¿era eso lo que querías? — Preguntó John con evidente burla. Lo tomó del cabello fuertemente para profundizar aún más el contacto.

Esto se estaba calentando.

Pasaron unos segundos en ese contacto de bocas en el que no hacían más que morderse y disfrutar el sabor de cada uno.

¿Yoko sabe que no te has lavado la boca en días? — Cuestionó Paul cuando se separaron jadeantes por aire.

Vamos a casa y me lavaré los dientes solo para ti. — Esta vez John lo miró pícaramente.

Paul se lamió rápidamente los labios —¿Ellos no están en casa?

Claro que no — Lo tomó de la mano para guiarlo — Anda, vamos.

No estaban lejos del departamento de John, eran sólo unas cuadras.
Pero tenían que ser cuidadosos para que no los vieran.

No querían otro maldito dolor de cabeza con la prensa.

En cuanto cruzaron la puerta, Paul se abalanzó a los labios de John.
Lo tomó firmemente del cabello y la cintura para que no se separara.

Ambos estaban completamente deseosos. No querían parar de ninguna manera; sin embargo, al más bajo se le ocurrió hablar.

¡Jódete! ᴍᴄʟᴇɴɴᴏɴ sᴍᴜᴛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora