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- ¡SHOUYOOO LEVANTATE QUE SE TE HARA TARDE! – el grito de su madre no lo despertó porque otra vez se levantó en la madrugada por culpa de aquellas pesadillas, no podía escapar de él ni siquiera al dormir.

Ya eran varias las noches que pasaba eso, donde soñaba que se encontraba en el cuarto de Kageyama parado frente a la cama, mientras que veía como él se acercaba furioso para darle una piña en su rostro tirándolo al colchón, pero por mucho que deseara su sueño no termino ahí. Sentía como el cuerpo del otro se posicionaba arriba suyo, y las manos que antes le encantaban que lo tocaran ahora le hacían sentir asco sobre su cuerpo. Los labios que amaba besar ahora le revolvían el estómago, siempre tenía que aguantar las ganas de correr al baño para vomitar ya que no sabía qué le iba a pasar si escapa de él. Sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas, ya no soportaba eso. Su sueño terminaba siempre con el mismo final un Kageyama satisfecho que se acercaba a su odio para decirle "Lo único para que sirves es esto" mientras que dejaba una navaja en su mano para luego verlo alejarse, dejando su cuerpo tirado en la cama lleno de moretones y hasta veces sangre, porque él le mordía tan fuerte que no paraba hasta ver su sangre. Cuando ya no lo vió en su campo de visión aprovecho para soltar sus lágrimas, se maldecía mientras agarraba la navaja con tanta fuerza para luego cortar la piel de ambos brazos. Le encanto ver aquel rio rojizo salir de su piel bajando hasta llenar las sabanas de enormes charcos rojos, le gustaba. Sentía como todo su dolor, sus agonía iba desapareciendo. Su libertad estaba cerca y cuando la muerte lo fuera a buscar, lo recibiría como su mejor amiga.

Se despertó de golpe ante ese sueño, salió al baño sin hacer tanto ruido para no despertar a nadie, y vomitar todo en aquel pobre inodoro que lo aguantaba desde que todo empezó. Se limpió el rostro y se agacho en el piso para meter su mano debajo del mueble y sacar una navaja, se bajó el pantalón se subió un poco el bóxer y trazo tres líneas en cada muslo. Trataba de tener cuidado al hacerlo, de que no sean tan profundas pero lo suficiente para calmarlo, hacer eso le encantaba le llenaba de paz, pero no estaba satisfecho. Eso siempre bastaba, pero esta vez no, necesita sentir su sabor. Se hizo una pequeña cortada al costado de su brazo y cuando vio que ya el líquido rojo salió se la llevo a la boca, le encantaba lamerlo, saborearlo. Todo eso que se hacía estando mal pero a él le gustaba, y eso lo hacía sentir peor consigo mismo.

Cuando se sintió satisfecho, limpio todo lo que pudiera acusarlo de sus actos nocturnos, guardo la navaja en su lugar y se dirigió a su cuarto, ya no podía volver a dormir y aunque faltara más de dos horas para levantarse, se acostó en su cama mirando hacia su ventana, vio las pocas estrellas que quedaban, cerro sus ojos y les pidió un deseo como su padre le había enseñado cuando era chico, "estrellita que estas allá muy lejos te quiero pedir un pequeño deseo, que hoy cuando le diga que todo acabo no reaccione tan mal".

Cuando termino de decir eso recordó que una vez trato de pararlo, pero lo único que recibió fueron varios golpes en su cuerpo, lo había arrastrado por todo el piso de su hogar hasta su cuarto donde lo termino violando. Tuvo que decirle a su madre que pasaría el fin de semana con él para que no lo vea en el estado en el que lo dejo y eso fue el comienzo de su infierno. No podía dormir hasta que no quedara satisfecho, no podía usar su celular a menos que no fuera algo urgente o para responderle a su madre. Si hacia algo mal recibía una cachetada para que preste atención a lo que estaba haciendo. Su forma de hablar le había dejado varias cicatrices psicologías, lo hacía sentir inútil, inservible, reemplazable. Después de esos días ya no volvió a sonreír verdaderamente, se puso la máscara del chico alegre e imperativo que era para que no vieran la basura inservible que creía que era.

Se levantó para alistarse e ir al colegio no quería que su madre volviera apurarlo, se bañó, desayuno, se despidió de ambas mujeres y salió en su bicicleta, no quería llegar tarde al entrenamiento matutino y que el colocador tenga otra excusa para golpearlo. A pesar de llevar tanto tiempo en esa situación él nunca dijo el porqué de todo su comportamiento, nunca dio una explicación, pero ese día se lo exigiría le tenía que contar toda la verdad, se lo debía por todo lo que le ha hecho pasar. Antes de hacerlo debe arreglar todo para evitar que Kageyama le haga algo cuando se lo diga.

Llego a tiempo para cambiarse con todos y evitando las miradas del colocador en el vestidor, aunque fuera de la cancha la situación de ambos no era hermosa, adentro de esta no importa si era entrenamiento solamente, se olvidan de todo y eran la pareja rara de siempre que deseaba ganar a toda costa.

Cuando todo termino el setter trato de tener un tiempo a solas, pero lo evito gracias a Yachi-san que lo estaba buscando para que le devuelva los apuntes de las materias en la que el pelirrojo iba mal. Ahora estaba a salvo hasta el almuerzo donde tenía que rogarle a Kamisama para que no se encontrara con él así poder arreglar todo para la tarde.

Agradeció a su profesor que termino unos minutos antes la clase, agarro su almuerzo y salió corriendo hacia el salón donde estaba sus salvadores. Los vio juntos en la ventana del pasillo charlando animadamente, se acerco a ellos pero antes miro para todos lados para ver si había señales del azabache, pero no estaba cerca. Aprovecho la oportunidad para pedirles si podían ir a la azotea para hablar sobre algo, ninguno rechazo la oferta, pero estaban extrañados de aquel comportamiento y más porque había venido hablar con ellos en el almuerzo cosa que no ocurría desde hace meses.

- ¿qué pasa hina-chan? – se decidió hablar después de ver como el solcito del karasuno recorría todo el lugar para ver que no había nadie cerca y trabar la puerta para que nadie interrumpa

- necesito su ayuda después del entrenamiento – vio como el rostro de estos mostraban confusión, sabía que no podía pedirles su ayuda sin explicarles la razón cosa que no quería - hoy después del entrenamiento terminare con Kageyama...

- ¡¿¡¿porque?!?! Con el tiempo que han estado juntos, ¿¿tiene que ver con sus decisiones después de la graduación??

-cállate Yamaguchi déjalo terminar, tardo bastante tiempo para tomar esta decisión

- acaso lo sabias Tsukishima? – el pelirrojo se sorprendió ante lo dicho y un pequitas miraba a ambos sin entender quería respuestas

- como no darse cuenta, tus saltos son terribles, ya no te cambias con nosotros o llegas muy temprano o muy tarde y si llegas a tiempo te pones tu equipo arriba de tu ropa y te la sacas la de abajo sin entender cómo. Pero entendí todo cuando un día decidiste bañarte antes de marcharte, fui al baño para dejarte la llave así cerrabas, pero no esperaba lo que vi, tu cuerpo parecía un saco de boxeo. – escuchaban atentamente al poste de luz dando su explicación, uno sintiéndose culpable por no darse cuenta antes y no poder hacer nada, y el otro aliviado por no tener que contarlo el.

- yo pensaba que tu cambio de humor era por el último año porque no sabías que hacer o que tus notas eran terribles como siempre como para que puedas ir a una universidad, perdón hinata por no darme cuenta como Tsuki – se había dado cuenta tarde de todo lo que ocurria, se sentía culpable por no poder ayudarlo antes, abrazo a ese pequeñito ya no tan pequeño pues había crecido unos pocos centímetros esos años.

- no importa Yamaguchi con que me ayuden ahora basta – hace cuanto que no sonreía de verdad, hace cuanto que no veían esa sonrisa sincera de él, esos eran los pensamientos que rondaban. Que hacia llenarlos de seguridad ante sus decisiones y de valor para defender al pequeño saco de boxeo.

- como derrocamos a ese rey egoísta, pequeña reina del Karasuno? 

Seguimos??? (Kagehina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora