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"Miriam, me colé en el bosque prohibido".
Miriam se dio la vuelta lentamente. "¿Tú qué?, Charles Weasley, ¿tienes un deseo de muerte? Le mandare una carta a tu madre ahora mismo y se lo diré".
"¡No, no hagas eso!" Charlie exclamó.
"¿Por qué te colabas en el bosque prohibido?"
"Pensé que habría un huevo de dragón allí".
"Eres un idiota."
Él suspiró. "Lo sé."
Los dos dejaron de hablar. Se miraron el uno al otro en silencio, observando los rasgos faciales del otro.
"¿Bien?" Miriam hizo un gesto con las manos. "¿Encontraste alguno?"
"¡Oh, no, pero conocí a un centauro!" dijo emocionado.
La ira de Miriam se desvaneció. "¡De ninguna manera! ¿Daba miedo?"
"No, él solo ..."
"¿Él qué?" Miriam preguntó.
"Seguía hablando de lo delgado que era". Charlie se rascó la parte posterior de la cabeza. "Seguía diciéndome que engordara".
Miriam se rio. "¡Eres flaco, Charlie! ¡Ese centauro tiene razón! ¿Cómo se llama?"
"Torvus. Bill y yo pasamos la mayor parte de la noche con él".
"¿Y no me invitaste a ir?" ella preguntó. "Me duele un poco que pudieras hacer eso".
Se rio nerviosamente. "No pensé que lo aprobarías".
Ella hizo un puchero, luego inclinó la cabeza. "Bueno, tal vez no, pero entonces, podría haber encontrado un huevo de dragón contigo. Siento que esos recuerdos son los que más cuentan".
Charlie sonrió "¿Quieres ir a una cita conmigo?"
Miriam parpadeó. "Ehh si claro."
"¿De Verdad?"
"Sí, Charlie, estoy segura", respondió ella. "Me encantaría tener una cita contigo. ¡Vayamos a la Casa de fieras mágicas en Hogsmeade! ¡Quiero ver los venenosos caracoles naranjas y los bebés Nifflers! ¡Oh, los Nifflers son adorables!".
"¡Un Niffler una vez te quitó dos galeones!" Charlie exclamó, olvidando su nerviosismo pasado.
"Con mucho gusto dejé que lo tomara como mascota. Era tan suave. Debería haber comprado uno", murmuró.
"Hubiera tomado más dinero de lo que originalmente costaba", replicó.
