3

173 15 1
                                    

El castaño había despertado, había sido un día duro, Edward estaba sentado en la cama viendo como su alfa se preparaba para ir a su negocio, negocio que el con gusto atendía, era un mafioso, además de prostituir a chicos mayormente menores de edad también hacía la distribución de droga por todo el mundo. Nadie sabía cómo Stanley Uris había llegado a ese negocio solo una cosa se sabía, amaba hacer sufrir a sus omegas. Volviendo con el castaño, este se levantó con un dolor inmenso de culo, vio sangre seca en sus muslos, este solo se levantó al baño y limpio los restos, efectivamente tenía un desgarro. El omega Kaspbrak fue a la cocina a preparar el desayuno de su amado Alfa.

–Edward–hablo autoritario el alfa–¿Que significa la sangre en mis sábanas?–intimido al pequeño omega que se encontraba haciendo el desayuno–

–Y-yo tuve un desgarro anoche, varios hombres me violaron y traté de detenerlos–siguió con el desayuno sin mirar a su alfa directamente a los ojos–

–Eddie, una puta no puede ser violada–golpeó su mejilla–Dame el dinero

–Kaspbrak tenía el dinero, lo había aceptado pero no se lo quería dar–No lo tengo, no tome el dinero

–No mientas Edward, se cuando mientes.–uso su voz de alfa para hablarle–¿Acaso crees que no sueltas feromonas dulces cada vez que mientes?

–Y-yo, yo no suelto feromonas, no lo tengo–disimulo su nerviosismo, en lo absoluto no le salía el tono de voz grave–No lo tome Stan.

–Dame el maldito dinero–el rubio se había enojado bastante con el omega, tomó un arma para intimidarlo y le apunto–Dime donde esta el dinero.

–V-vale te diré pero baja el arma–suplicó, era sumiso ante una amenaza de ese grado–Sígueme

El pequeño camino hacía 'su escondite secreto' y sacó los 100 dólares que le habían pagado por la orgía. Stan sonrió, no por el dinero, si no por que el omega volvía a ser sumiso con el. Arrebato el dinero de sus manos y se fue de la casa. Aproximadamente eran las 2:00 p.m. Y el rizado rubio aún no llegaba, el pecoso rápidamente tomo 20 dólares de un lugar y salió hacía un consultorio clandestino, eran especialistas en guardar cualquier tipo de casos de pacientes y Eddie no era la excepción. Una mujer afroamericana atendió a Eddie. Missy su nombre, era la doctora especialista en esa área y Eddie la conocía.

–Vaya–unto lubricante en dos de sus dedos para introducirlos y poder checar el daño hecho–Esto se ve muy grave, ¿Que sucedió?

–Solo, clientes bruscos, es todo–gimió de dolor al sentir como Missy abría paso por su recto–¿Que puedo hacer?

–Solo te puedo dar una pomada para que te la untes y deje de doler un tiempo–la mujer sacó sus dedos de ahí y volvió a su escritorio–También no puedes caminar demasiado y tienes que evitar todo tipo de relaciones sexuales hasta que sane.

–Gracias Missy, eres grandiosa.–tomó aquella pomada que la afroamericana le había dado y agradeció nuevamente–Toma, hoy mi alfa no me dio tanto dinero como otras veces

–No es nada Edward, soy doctora, es mi deber–acepto los veinte dólares y vio al pecoso irse con cierto dolor–

El omega regreso a casa, aún no llegaba Stanley, eso lo agradecía, New York era bastante grande. Se sento para ver el paisaje y espero a que su alfa viniera. Su alfa no era como aquel alfa que le contrato, su alfa era grosero y tóxico mientras que Richie, aquel alfa de sus sueños, era delicado y cuidadoso

ⲘɆɌ₳₮ɌƗƵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora