Parte Única

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— déjame ir, déjame ir...

— no, no, no puedo dejarte... No, por favor no... Podemos arreglarlo... Por favor no... No me dejes...

-

Illumi estaba en medio de una misión, un ridículamente adinerado mafioso lo había contratado para asesinar a Kratos, otro asesino serial el cual se había encargado de quitarle la vida a su único hijo.

Era un trabajo de alto riesgo.

Y ahí estaba él.

Hisoka.

Persiguiendo al pelinegro, bromeando y fastidiandolo.

Algo había salido mal.

¿Qué había sido?

¿Había sido acaso que el asesino al que perseguían era extremadamente peligroso...

... O había sido el hecho de que Illumi se haya distraído por un segundo (ni más ni menos) por una broma pesada por parte de Hisoka?

-

Hisoka estaba fastidiando a Illumi en su misión cómo le era de costumbre, todo iba bien igual que siempre, era casi imposible que Illumi fallara ya que nunca lo había hecho a pesar de que el pelirrojo estuviera bromeando sin parar.

— Vamos Illu chan, ¿Por qué me ignoras? Acaso soy tan sexy que si me vez por un segundo te paralizarias? — dijo el "payaso" acompañado de su típica sonrisa.

Illumi se volteó para responder a la pregunta de Hisoka.

Sólo un segundo.

Un frío le recorrió por el cuerpo.

No podía moverse, se sentía débil y húmedo.

El pelirrojo tampoco podía reaccionar, estaba en shock.

Sólo podía observar cómo se esparcía el carmesí y cómo aquellos grandes ojos perdían el brillo, aquel brillo que únicamente él podía ver.

Una katana atravesaba de extremo a extremo el abdomen de Illumi.

¿Qué debía hacer? Su compañero estaba desangrándose frente a sus propios ojos, su amigo (aunque este no lo quisiera admitir).

Se quedó un par de segundos sin saber que hacer, sin poder reaccionar.

-

De un momento a otro todo tenía sentido, debía actuar, y ya, pero no podía sólo irse, aquél sujeto debía estar escondido es alguna parte.

No podía arriesgar mucho.

Marcó un número y llamó.

— ¿Hisoka?

— Kuroro, ¿recuerdas que me debes un favor?

El mencionado afirmo a su pregunta desde el otro lado del teléfono.

— necesito que te encargues de algo.

No pasó mucho tiempo cuándo la araña realizó su aparición.

— puedes irte.

El pelirrojo tomó a Illumi cómo si de una princesa se tratase, con cuidado de no pasar a llevar la katana y que la situación no se agravara.

Let me go - HisoilluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora