III

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Aphelios decidió dejar su pasado atrás y entregarse por completo a Sett, quién luego de esa noche donde se habían terminado por unir completamente en cuerpo y alma, había confesado lo que ambos buscaban,"Quiero que estemos juntos, Aphelios. Quiero que seas completamente mío".

Se sentía tan feliz junto al vastaya que casi por completo había olvidado el dolor que recorría su interior al recordar a su hermana, aunque en un principio se sentía mal por dejarla en el olvido él sabía que ella hubiera querido eso mismo, verlo feliz sin preocupaciones. Habían momentos donde la culpa de no haber ayudado a Alune en su peor momento lo atormentaban en sus pesadillas pero Sett siempre estaba ahí para calmarlo. Diciéndole que claramente no era su culpa y que probablemente Alune también lo creía así, simplemente las cosas ocurrieron de manera que ninguno lo hubiera esperado y que si Aphelios hubiera estado en ese entonces habría hecho lo imposible por ayudarla. No era una mala persona y por fin se había convencido de eso gracias al vastaya y a las palabras dejadas por su hermana, actualmente se sentía mucho más seguro y los pensamientos suicidas que alguna vez pasaron por su cabeza no habían regresado durante mucho tiempo. Lo cual calmaba a Sett de alguna forma, no quería ver al lunari en una situación así otra vez.

— Así que, me están diciendo que ahora mismo ustedes dos están en una relación, de la cual llevan casi 2 meses y yo recién vengo enterándome ¿es así? —la madre del vastaya se veía algo dolida por no haber sido informada sobre su relación desde un comienzo pero su rostro automáticamente se formó en uno de alegria y conmoción. Sett dejó salir todo el aire que estaba reteniendo por el nerviosismo a ser rechazados de alguna forma por su madre, no pensaba que le disgustara su relación ya que eran del mismo sexo pero más de una vez le había hecho saber a su hijo que queria verlo en un futuro con una hermosa mujer a su lado y un par de lindos nietitos, para su mala suerte los nietos no entrarían en la historia del pelirrojo. Pero parecía no molestarle.— Me siento algo exaltada por la noticia, me duele que no me lo hayan hecho saber desde un principio, pero, oh dios. Voy a llorar, estoy tan feliz por mis niños.

Ambos chicos fueron envueltos en un cálido y amoroso abrazo por parte de la mujer quién dejaba caer lagrimas de felicidad y sonrieron ahora más calmados, habían sido aceptados por la madre del vastaya y eso los hacía muy feliz. Durante las siguientes horas de esa calurosa tarde se dispusieron a hablar de todo tipo de temas que se le ocurrieran a la vastaya, le encantaba hablar y ahora que su relación había sido confesada tenía tanto por decirles. A Aphelios le encantaba esa sensación de familia que lo rodeaba alrededor de esas dos personas y sonreía feliz por haber encontrado un lugar a donde pertenecer. Miró con ojos de enamorado a Sett y suspiró con tranquilidad, estaba feliz de que estuviera junto a él en ese preciso momento; y sabía que si se volvía a desmoronar le ayudaría a reconstruir pieza por pieza el alma que alguna vez se hallaba rota por su pasado, pero que había encontrado la calma en esa cafetería un día frio y con la luna como única testigo de la relación que formarían allí.

❝...❞

— ¿Ya guardaste todas las cosas en la caja? Voy a llamar a Talon para que nos ayude, probablemente no esté haciendo nada como siempre, así que no puede negarse. —Sett salió de la habitación casi vacía donde habían pasado la mayor parte de sus noches juntos, miró algo melancólico el lugar pero sonrió sabiendo que lo mantendría en sus recuerdos. Estaban mudándose a un departamento un poco más grande porque, según Sett, sería más cómodo para ambos algo más espacioso y nuevo. No le molestaba su decisión y seguiría a su pareja a donde quisiera ir así que no presentó ninguna objeción. Ahora solo restaba guardar todo lo que tenían en ese departamento, si bien no era demasiado lo que él poseía tenía que ayudar con las cosas de Sett. Observó como el sueter con el que había llegado a Navori se encontraba acomodado en uno de los pocos muebles que quedaban, suspiró tomándolo entre sus manos e inspeccionó sus bolsillos. Allí estaba, la carta de Alune. Tomó asiento en el suelo y se dispuso a leerla.

"Para mi querido hermanito, aunque tengamos la misma edad para mi siempre vas a ser mi pequeño llorón que sólo se calma en mis brazos. Creo que dejarte solo en este mundo tan lleno de injusticias y dolor es algo egoísta de mi parte, pero no creo que pueda seguir soportando el dolor que ese monstruo dejó plasmado en mi interior. Se que prometimos crecer juntos y buscar la felicidad lejos de todas esas malas personas que se encargaron de arruinar nuestra niñez por haber nacido en un día poco común según sus estúpidas creencias, pero me es imposible convivir con el tormento de saber que mi felicidad fue arrebatada de una manera tan repulsiva y desgraciada, ese tipo arruinó mis motivaciones de ser algo en esta vida, de manera que solo paso mis días hundida en mis lamentos, deseando estar muerta y sintiendo como mi corazón ya no palpita frente a nada, he perdido la capacidad de sentir algo más que no sea dolor, tristeza. Se que vas a odiarme durante toda tu vida por irme del mundo sin siquiera haberte contado todo esto en persona, pero soy incapaz de hacerlo, cada vez que intento soltarlo algo dentro de mi no lo permite, es el miedo, me siento asqueada cada vez que miro mi cuerpo, haber sido abusada por el amigo de  papá sin haber hecho nada para defenderme y es que ni siquiera lo intenté, voy a quitarme la vida hoy día, pero yo ya estoy muerta desde ese momento. No quiero seguir fingiendo ser feliz cuando esos recuerdos me carcomen por dentro y me recuerdan lo podrida que estoy en cuerpo y alma. No quiero que te eches en culpa todo esto, Phel. Te amo, te amo más que a nadie en este mundo y quiero que seas feliz aún sin mi presencia porque sé que puedes hacerlo, eres fuerte hermano, yo no lo soy. Confío en que vas a encontrar la felicidad junto alguien o algo, sé feliz, se feliz por mi, por ambos, por tí ¿sí? Cuando abandone esta tierra, espero que encuentres a alguien más en quién confiar y abrirte. Te amo. Tu hermosa, linda y super atractiva hermanita, Alune."

Arrugó el papel en sus manos con fuerza y miró sus pies, las lagrimas habían brotado de sus ojos desde que había musitado las primeras palabras escritas en la carta, extrañaba tanto a su hermanita. No entendía cómo había gente tan horrible capaz de arrebatar los sueños de una joven inocente como lo era Alune, quería golpear, torturar y asesinar a ese hijo de puta. Quería hacer las cosas más horribles que se le pasaran por la cabeza contra el cuerpo de ese asqueroso monstruo que se hacía pasar por una persona, pero nada de eso le devolvería a su hermana y era consciente muy dentro de sí que esto era así. Sabía que lo mejor que podía hacer en ese momento era ser feliz por ella y tratar de dejar todo atrás, pero a veces era tan complicado. Las cosas no se superan, simplemente se dejan de recordar y él lo sabía muy bien. Quería que alguien lo sostuviera y no lo dejara caer nunca más en ese abismo lleno de dolor y tristeza, ese alguien era Sett. Quién envolvió al lunari en un abrazo protector y dejó un cálido beso en su cabeza, ya hace bastante tiempo que Aphelios le había dejado leer la carta de Alune así que sabía por qué su pequeño se encontraba así una vez volvió a la habitación. Sólo quedaba mantenerse junto a él todo el tiempo que necesitara para calmar su corazón, para verlo sonreir otra vez. Sett no tenía problema en absoluto, haría lo que se necesitase para ver la sonrisa más hermosa y dulce que alguna vez sus ojos habían tenido la decencia de presenciar. Porque simple y sinceramente, lo amaba.

death bed. ─ sett x aphelios. settpheliosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora