Ser valiente

971 113 32
                                    

DEBE SER VALIENTE.

Esta vez, probaremos a varios al mismo tiempo. Anoche no hemos dormido para construir un monstruo que atiente contra el Snack Pack en la caminata diaria a la cascada que hacen. Han tratado de persuadirme de ir, pero dije que tenía pendientes reales que atender. Y mi amigo simplemente les dijo que no iría, porque no estaba de humor para cantos y bailes.

Nadie sospechó nada, después de todo era típico de Ramón.

-¿Estás lista? – pregunta mientras me deja al mando de la maquina gigante.

-¡Nací lista, ChiquiRamón! – con toda la confianza, tome la palanca que controlaba los movimientos. Pero olvidé que primero debíamos ponernos los cinturones de seguridad, por lo que al mínimo movimiento de la maquina mi amigo y yo caímos de nuestros asientos.

Más precisamente yo sobre él.

Y la silla sobre mí, aplastándonos. ¿No podía ser más vergonzoso e incómodo? ¡Cada parte de nuestro cuerpo estaba tocándose! Incluso nuestros rostros estaban a cortos centímetros de distancia.

-Quédate quieta, Poppy, Intentare sacar la silla de encima, si te duele algo dime.

Sentí su aliento tibio en mis labios, sus mejillas estaban bastante coloreadas mientras pasaba una mano por mi cintura intentando separar el mueble de mí. No pude evitar estremecerme ante el escalofrío que me recorrió de pies a cabeza.

¡¿Cómo chispas se respiraba?!

¿Qué pasaría si... decido robarle un beso justo ahora? Y es que, ¡Esta demasiado cerca! Es una gran tentación... ¡¿Por qué tiene que ser tan adorable?!

Ramón logra sacar la silla y me levanto en menos de dos segundos, ambos estamos bastante sonrojados y el rasca su nuca algo avergonzado por haberme tocado más de lo que estábamos acostumbrados.

-Bueno... Al menos no puede ser más incómodo – comento, ¡odio los silencios incomodos! Él cambia su expresión a su típica cara sarcástica.

-El hecho de que dejes en claro que es incómodo, lo hace mucho más embarazoso – se queja y volvemos a nuestros puestos. Esta vez sí nos colocamos los cinturones de seguridad.

Comenzamos a acercarnos a la cascada donde suele reunirse el Snack Pack, la idea era ver si alguno de ellos era lo suficientemente valiente para proteger al resto, o si corrían directamente a la villa. Lo cual como líder, sería un terrible error. ¡Llevas el peligro directo a los trolls!

Ramón activa el sonido de rugido mientras aparecemos entre los árboles. Los gritos de mis amigos y el clásico de Chiquilina "Ay mamá" se hacen escuchar.

-¡Corran, por aquí! – grita Diamantino. Tomó el control de la situación. Estrella dorada para él. Comenzamos a perseguirlos, hasta que Ramón hace que nos detengamos de repente.

-Poppy... ¡se dirigen directo al risco! ¡¿Por qué todos corren con los ojos cerrados?! - pregunta realmente molesto y asustado. Adiós a la estrellita dorada para Diamantino.

De manera automática ambos usamos el botón de emergencia que nos deja directo en tierra firme y corremos en dirección a nuestros amigos, gritando que por favor se detengan. Armo un lazo con mi melena y atrapo a todos los que tengo a mi alcance, pero el señor Peluche resbala de las manos de Grandulón y cae del precipicio.

Un grito colectivo se escucha, todos nos terminamos de acercar al borde para buscarlo, por suerte no cayó demasiado, un borde saliente lo detuvo. Ramón no tardó en subirme a la rama de un árbol que lo ayudaría a bajar despacio a tomarlo con su cabello.

Pero una vez comenzamos a gritar, cuando nos dimos cuenta que habían algunos pájaros rondando al seño Peluche. El miedo profundo de mi mejor amigo lo hizo sobresaltarse y aferrarse con todas sus fuerzas a la delgada rama, entrando en pánico.

-¡Baja, yo salvaré al señor Peluche! – le grito para acercarme al árbol.

-No – me mira confiado – yo lo haré.

Se veían sus manos temblando mientras se colgaba de la rama y alargaba su cabello hasta tomar finalmente al amiguito de Grandulón, por suerte los pájaros no se acercaron.

Todos festejamos cuando por fin estamos todos a salvo, nos disculpamos por la supuesta broma pesada que le gastamos a nuestros amigos. Todos se olvidaron de aquello minutos después y volvimos a la villa, donde Ramón me acompañó a mi capullo.

-Estoy orgullosa de ti, superaste tu peor miedo – lo abrazo.

-¿Mi peor miedo? Si, me aterran las aves. Pero ese no era mi peor miedo – contesta mientras ríe.

-¿Y entonces? – le pregunto. Pensé que sabía todo sobre mi mejor amigo. Me paralizo cuando siento su mano rozar la mía.

-Mi peor pesadilla es... perderte. 

Reemplazo Real [Broppy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora