🌸: Única parte

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Desde que Mitsuba se había vuelto parte del Club de Radiofusión, Tsukasa comenzó a sentirse raro. No sufría un dolor en específico o alguna molestia realmente, sino que una sensación tenue pero presente en su pecho. Y aparecía cada vez que el misterio n°3 estaba cerca.

No lo comprendía, ¿qué le estaba pasando? Él no era así. De seguro había sido envenenado por alguien, ¿tal vez Sakura, su asistente? Vaya desdicha.

—Bueno, nosotros nos vamos. Por favor, no hagan un desastre.— La joven de hebras verdes pronunció, acompañada de Natsuhiko, observando a los dos fantasmas dentro del cuarto.

—No te preocupes, Sakura, estaremos bien. — despidió el espíritu de hebras rosadas. Su acompañante no dijo nada; tenía la mirada perdida sobre el techo, observando el mismo con la boca abierta y tirado sobre el piso. Fue la única confirmación que fémina necesitó, de igual forma, cerrando la puerta tras de ella y permitiendo a los menores una soledad que no sabían si era beneficiosa, o contraproducente.

Ambos mantuvieron silencio, hasta que Tsukasa habló:

—¡Mitsuba!

El mencionado brincó en su asiento, volteando para observar al adverso. —ah... dime, Tsukasa-kun.

Esperaba que no quisiera nada horrible y que afectara su adorabilidad.

—¡Quiero hacer una pijamada!

Silencio.

—¿D-Disculpa?

—¡Una pijamada! Hace tiempo yo y Amane hicimos una, ¡fue muy divertido, lo recuerdo bien! Podríamos hacer una para pasar el rato. Me aburro aquí, y tú no ayudas en nada.

Mitsuba realizó una expresión desconfiada. ¿Tsukasa, el niño que le obligó a comer un corazón, que le golpeó, que le hizo tantas cosas estaba ofreciendo un método de diversión sano? Debía estar soñando. Parpadeó.

—De acuerdo— aceptó, finalmente. —Pero no tenemos comida, ni almohadas, ni mantas...

—Si tenemos. Está la cafetería y está la enfermería, ¡de ahí podemos sacar todo!

—¿No es eso rob-...

Pero fue tarde; Tsukasa ya había salido del club en busca de las cosas mencionadas, volviendo minutos después. No tenía remedio.

Comenzaron ordenando las sábanas y almohadas para simular camas, ambos ayudando en el proceso (solo gracias a la insistencia del pelirosa). Luego, repartieron la comida en porciones iguales. Para la increíble suerte de Mitsuba, el de cabellos oscuros trajo pudines.

Ya listos e instalados, hubo mutismo por ambas partes. El n°3 estaba disfrutando su postre con gusto, mientras el gemelo menor de los Yugi mantenía la mirada fija sobre él. Ahí estaba esa sensación otra vez; su corazón palpitaba con más rapidez de la usual, provocando que tenue tonalidad rosada abrazara sus pómulos. Siendo inexperto, se golpeó a sí mismo.

Le agradaba aquella visión de Sousuke; en calma total, siendo feliz. Le agradaba más que el dolor en el rostro de Amane.

En serio, ¿qué le estaba pasando?

—Tsukasa-kun, oi.— le estaba generando cierto miedo que el más joven estuviera observándole con tanta insistencia. O no era miedo, sino que vergüenza. —Pareces todo un pervertido mirándome así.

—Ara, alguien quiere ser ahorcado con su propia bufanda al parecer.— bromista respondió azabache. Su contrario tragó saliva.

—Bueno, bueno... ¿y qué quieres hacer? Hemos estado unos diez minutos sin hacer nada. Creo ya es bastante tarde.

❀┊Sleepover (TsukaMitsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora