Soñolencia

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Sangre, hay sangre regada por todos lados, manchando el piso de madera, bañándolo. No sabía que fuese tan escandalosa, con burbujas color carmín, tibia y de olor corrosivo, tan densa e imposible de diluir; caía a borbotones cual grifo descompuesto que gotea incansablemente, pero no era posible encontrar el torrente principal.

Pareciera que el líquido carmesí seca rápidamente, pero en realidad la situación ha alterado el curso del tiempo, haciendo imposible saber cuántos minutos habían transcurrido, se oxida tornándose de tonalidad marrón cobrizo, dejando de ser espumosa y burbujeante para convertirse en un líquido pastoso difícil de remover... e incriminatorio.

...

Lo inundaba un sentimiento extraño, se sentía abatido y abrumado desde hacía un par de semanas, específicamente desde que aconteció algo que no paraba de reverberar en su cabeza, aquella indiferencia tortuosa que recibía por parte de su amado.

Así acontecían sus días, en los que él accionaba en piloto automático... no era él, solo su cuerpo; caminaba por todos lados en un limbo perpetuo, no era lúcido de su propia humanidad y es que extrañar a alguien es la peor de las cárceles, es un suplicio constante que nos vuelve reales bajo el influjo de una congoja que solo termina cuando el otro nos corresponde; una montaña rusa de melancolía y éxtasis que nos va marchitando a cada instante y aquel que se va sin pronunciar palabra, no de menos una breve despedida es merecedor del peor de los castigos; el de ser olvidado.

Un penetrante aroma a oxido invadía la estancia, la ausencia de luz acrecentaba a cada minuto, al compás de la noche oscura se sumió en un bullicio de silencio ensordecedor y tajante incluso peor que el ruido; se sentía desvanecer, sumido, blando, su cuerpo hormigueaba y se descubrió siendo espectador de su propio semblante; nítido.

Despertó... con todo el océano alojado en sus pupilas teñidas de jade, desbordando. Nunca recordaba nada pero tampoco se obligaba a sí mismo a retener ese fugaz pensamiento de lo acontecido en su soñolencia.

Cada mañana le escribía a su querido Louis y aún sin espabilarse el sueño, se montaba en su bicicleta con la comitiva de llevar la carta a su destino... las manos de su chico de ojos color turquesa.

Habían pasado casi dos semanas desde la ultima vez que supo algo de él, no dejó ni un solo rastro, mucho menos algún diminuto indicio que le hiciera saber que todo estaba bien o de otro modo pudieran solucionar lo que sea que estuviera pasando... o sería que a Harry, su mente le estaba haciendo una mala jugada?- se decía a sí mismo que todo estaría bien y que Louis en cualquier momento respondería a su urgente llamado y a su vez daría respuesta a la infinidad de fervientes cartas que se encontraban en su buzón.

...

Querido Harry

No dejo de pensar en ti, me avergüenza contarte que en cada una de mis noches, antes de conciliar el sueño viene a mi mente el sonido de tu voz, muero por decirte que me siento dichoso por tu mera existencia, sé que tal vez me estoy precipitando, pues recién cruzamos palabras pero eso nunca será impedimento para sentir justo lo que estoy sintiendo, la inmensa necesidad de fundirme en ti.

Sabes que no hay cosa que nos vuelva más vulnerables que las miradas empapadas de romanticismo y nubes de la tarde.

Con cariño, Louis.

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⏰ Última actualización: Jan 08, 2021 ⏰

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SOÑOLENCIA.-Larry Stylinson.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora