Si tan solo me permitieras verte

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— Hola, Can.

Vuelvo a escuchar esa voz en mi cabeza, y vuelvo a ver ese rostro demacrado en el espejo.
Me duele todo y no puedo seguir soportando el dolor de escucharlo hablar.
— Dime enano, ¿por qué luces tan triste?

Hagan que se calle, no puedo escucharlo más.
— ¿Por qué me ignoras, eh?

No quiero seguir así.
— ¡Responde!

No quiero volver a caer.
— No podrás evitarme por siempre — Siento como sus manos rodean mi cuello y se pega más a mi espalda — No puedes hacer como si no estuviera aquí.

— ¡Es que no lo estás! — Grité al fin, sin poder aguantar más esa presión que me ahoga.
— Ja, es cierto, — Puedo sentir como sonríe — al fin y al cabo, tú me mataste.

Desaparece, como cada noche, dejándome con un vacío tan profundo que incluso duele. Caigo en el suelo, intentando recuperar el aliento. Y lloro, porque sé que tiene razón, y nunca podré cambiar mi error.

Sentimientos perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora