Aquella tarde de octubre el frío se hacía sentir. Ella caminaba a paso ligero por la acera, rumbo a ese viejo edificio.
La brisa alborotaba sus castaños cabellos y el frío sonrojaba sus mejillas.
Tenía prisa, el tiempo corría y ella iba tarde.
Llegando a una esquina, el semáforo peatonal se puso en rojo, ella, impaciente, de todas formas cruzó.
Y su tiempo se detuvo.
El se quedó esperándola, pero ella no llegó.
Solo, mientras estaba en aquel viejo edificio, las rosas se marchitaron.
El tiempo de él siguió corriendo, pero el de ella se congeló.
Cuestión de tiempo

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Relatos de una noche sin estrellas
De Todo¿Eres de las personas cuya inspiración aparece a altas horas de la madrugada? Pues yo sí, así que decidí crear este pequeño espacio para las ideas que atormentan a mi cerebro sin dejarme dormir. No soy una profesional, solo soy una chica de diecioch...