La Viuda
Capítulo:2
Dos años antes de la discusión en Lakewood
Hogar de Ponny
Habían llegado a la conclusión que necesitaban esa beneficencia,el hogar era demasiado pequeño y el número de niños había aumentado, esa reforma enorme era necesaria pero no tenían el suficiente dinero para hacerlo y sólo el Señor Andrew podía ayudarlas al ser él el mayor benefactor, el ofrecimiento llegó sin que ellas lo esperarán una tarde se presentó William Andrew en el hogar, él sabía de las necesidades que allí habían también había apadrinado a muchos jóvenes del hogar financiando sus estudios terciarios. La señorita Ponny y la hermana María no hacían más que agradecer cuando él les presentó el proyecto junto con su equipo de arquitectos, la obra se llevaría a cabo sin demora pero con la única condición de que él no fuera nombrado para nada, no lo quería hacer público, por aquello de no sepa tu derecha lo que hace tu izquierda.
Muchas veces se presentaba en el hogar sin avisar, para ir supervisando las obras que se hacían y en esas visitas se había interesado en Candy, en su amor y cuidado por los niños en sus deseos de ser enfermera y para ayudarla le financió la carrera, era lo que ella más deseaba ser enfermera y ayudar en el hogar de Ponny, prestando sus servicios. Y cuando el proyecto estuvo terminado el señor Andrew también se hacía cargo de pagar el sueldo a un doctor, para que el hogar tuviera cobertura médica abriendo también una pequeña Clínica, La Clínica Feliz liderada por el Dr Martín y Candy como enfermera pero eso cuando se recibiera, mientras tanto la Enfermera jubilada Mary Jane era quien asistía al doctor, todo marchaba sobre ruedas y Candy y el señor Andrew se hicieron muy buenos amigos, tanto así que cuando él tenía libre iba al hospital a buscarla en el auto para dar un paseo en los pueblos alrededor de Chicago, y así poder disfrutar de una tarde apacible después de una larga jornada de trabajo para él y una dura jornada de estudios para ella, le encantaba ese espíritu de lucha que Candy tenía, se enamoró de su frescura de la dulzura y bondad de ella. Verla así como era ella lo hacía sentirse vivo, joven, diferente. Se sentía con el espíritu renovado y se ilusionó con la idea de poder volverse a enamorar, por qué no? Si aún era un hombre de 48 años atractivo, jovial, moderno, un hombre de mundo, hacia deportes para mantener su físico en forma y para nada representaba la edad que tenía se veía más joven. Y desde que frecuentaba a Candy su vida cambió por completo, ella trajo luz y alegría ganas de romper con todos los estereotipos, ganas de vivir y si se permitiera conquistar a esa dulce criatura?. Esa mujercita había despertado en él sentimientos que creía dormidos desde la muerte de su esposa Pauna, nunca se permitió un avance con ella ni siquiera un roce de dedos, que sentiría Candy por él? esa era una pregunta que siempre rondaba su cabeza, juró que un día él descubriría lo que ella sentía.
Los días en el hospital pasaban muy lentos el cansancio hacía mella en su pequeño cuerpo, entre el estudio y las prácticas no le dejaban mucho respiro.Pero así y todo no dejaba de contar las horas para poder salir corriendo y subir en su auto, como siempre como cada tarde él la esperaba para llevarla a dar un paseo, y distraerse de esos agitados días. Uno de eso días en que abrió la puerta del auto y se subió así como venía en una loca carrera apenas cerró la puerta del auto su instinto fue abrazarlo, y darle un beso en la mejilla para luego cerca de su oído darle las gracias por todo lo que hacía por ella y por el hogar.
_ No, no preciosa no tienes que hacer eso, yo lo hago con todo gusto me encanta poder ayudar
_ Pero quiero hacerlo siento de hacerlo, es muy importante para mí
_ Por qué mi querida es importante para ti?
_ Porque nunca nadie me dió la oportunidad de poder estudiar y progresar en la vida. La Señorita Ponny y La hermana María hacen lo que pueden por nosotros los huérfanos del hogar, pero usted y yo sabemos que si no fuera por la ayuda que llega de parte de los benefactores, los estudios de los chicos no serían posibles, por eso, por todo Señor Andrew muchas gracias - dándole otro beso en la mejilla-