Prólogo

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Hoy era un día de esos en los que el restaurant se encontraba lleno. No era fin de semana pero pronto se acercaría y lastimosamente mis días de atender a la gente en paz también. No es como si no me gustara mi trabajo, al contrario me parecía interesante ver todas esas caras. Me había tocado de todo en estos últimos 4 meses, desde propuestas de boda, hasta divorcios porque sus esposas los descubrían con otra. No me alegraba la desgracia ajena por supuesto que no, pero era algo por lo cual me gustaba trabajar aquí. Cada día era diferente. Normalmente no se llenaba porque estaba en una localidad lejos de Madrid. Y cada vez que alguien escuchaba mi forma de hablar conversaban conmigo acerca de porque había dejado mi país. Era algo agradable de hacer. Además la Universidad era difícil y esto era mi distracción.

Mire a Alexa y le hice señas de que me cubriera en la caja para ayudar a Aldo en la cocina.

-¿Demasiada gente hoy no?—Preguntó viéndome. Asentí.

-Se acerca el fin de semana. Ahora vuelvo.—Respondí sin importancia.

Camine hacia la cocina y vi a Aldo atareado preparando platillos. Como yo no era de aquí, la verdad no sabía que clase de cosas estaba cocinando así que me quede parada esperando que terminara.

-Daniela, ayúdame con esto. Llévaselo al cliente de la mesa 4. - Asentí y tome el platillo para después dirigirme hacia las mesas.

Pero entonces todo se detuvo unos segundos, a lo lejos escuché gritos, a Alexa diciéndome  sobre que tuviera cuidado. Y no me percaté de que choque y manche con el platillo de Aldo a un hombre  mucho más alto que yo y claramente estaba furioso.

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