Estoy rotando entre caminar y correr, sin dudas ni tropiezos, mantenerme en el camino. Probablemente debería trotar... Nah Ya me canse, voy a caminar un rato. Gritan mi nombre a mis espaldas Paro de caminar, la máscara se instala en modo automático sobre mi cara. Doy media vuelta sobre mi eje, con una sonrisa deslumbrante. Rostros que suenan pero que no termino de identificar me sonríen de vuelta, con fórmulas parecidas a la mía. Muchos sonidos cargados de diferentes intenciones son soltados en el intercambio social. Un puñado de palabras sin mucho contenido, un montón de frases. Objetivos básicamente idénticos. "Como te convenzo, como te convenzo". ¿De qué nos queremos convencer? Puede ser superioridad, por aceptación, yo que sé, por la paz. Envió una tras otra, un interlocutor esquiva dos frases, es rápido, otro no, se lo traga todo, uno evade una palabra que no fue de su agrado. Uno que esta parado al costado izquierdo del grupo, se quedó ahí, hecho bloque, todos los sonidos lo atravesaron como aire, no tuvo que hacer nada. Wow Envidio a este tipo de bastardos Yo esquivo casi todas las frases y evado la mayoría de las intenciones. Alguna palabra se me va y golpea de frente o costado. Ellos ignoran este hecho. Yo sigo con mi sonrisa deslumbrante. A veces algo estúpida, relajada, a veces algo exagerada, abierta. La mentira me quiere convencer a mí también, pero lo cierto, es que en cada capa, hay algo de autenticidad, de mí. Esa autenticidad también existe en sus máscaras. ¿Pero qué parte lo es? ¿Cómo la encuentro? Que hacer para formar una conexión. ¿Con quién? ¿Con el traga todo, el rápido para contestar, o tal vez el bloque? Si ellos supieran quien soy, ¿Se quedarían? Si yo supiera quien es todo aquel con quien me he encontrado ¿Los cargaría? O seguiría con mi ruta, alternando entre caminar y correr, tropezando cada tanto, olvidando el sentido cada otro tanto, intentando mantenerme en el camino. Averiguar de dónde vienen, a donde van... Nah Me relajo en lo que queda del intercambio social. Lo disfruto, sus expresiones, la forma que cada uno tiene de hablar, cada microexpresión es una historia, cada anécdota, un aspecto del interlocutor, uno cuenta de su estancia durante su última parada, el rápido es bueno en esto, saca temas de conversación de debajo de las piedras, otro, del camino que escogió, de aquellos que se asemejan a el, el que se traga todo, habla del aire que ha respirado, la tierra que ha pisado y el mosquito que lo ha picado, el bloque escucha con atención, por momentos, sus respuestas son cortas, directas, y por momentos, divaga en su mente mientras los demás seguimos hablando. Con tanta charla, se más sobre el mundo que antes y entiendo menos la vida. Ahora todos tienen nombres. Irónico. Terminé descubriendo pedacitos de su autenticidad y ni siquiera lo intente. No sé decir si la mía fue encontrada. Pero no se trata de lo que pudo ser. Es hora de seguir. Abrazo al traga todo, beso a otros, el bloque y yo nos despedimos con la mano, me inclino ante otro, me rió con el rápido. Nuestros verdaderos nombres permanecen aquí Este instante nos hizo reales Pero este momento está por desaparecer. Me lagrimean los ojos un poco. Soy consciente de que en el momento en que dé la vuelta. Dejarán de existir, yo dejaré de existir.
No sé a dónde irán. Con que me encontraré. Tengo miedo. Y aún si nos volvemos a ver, será con la máscara puesta. Sin conocimiento sobre el nombre de con quien hablo. Sin la posibilidad de ser vista. Porque el hecho es que la posibilidad es mejor que nada, al final.
Pero el camino a mis espaldas lleva un rato esperándome. Y no hay espacio para otro más en esta ruta
Respiro hondo, doy la vuelta. Y prosigo. Ahora toca correr.
