Sinopsis:
"Yo me haré cargo de esta niña."
Soy Ayako Katsuragi, tengo 30 años. Han pasado 10 años desde que acogí a la hija de mi hermana fallecida. Mi hija se ha convertido en una estudiante de preparatoria y se lleva muy bien con su amigo de la in...
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No puedo decir exactamente cuándo, y estoy seguro de que no es tan importante, pero me atrevería a decir... que probablemente fue a partir de ese día.
La temporada de lluvias estaba llegando a su fin, pero ese día de repente llovió a cántaros.
Sucedió hace unos diez años...
Habían pasado unos tres meses desde que Ayako-san acogió a Miu y comenzó a vivir en la casa de al lado.
En ese entonces yo todavía tenía diez años.
Estaba en primaria y era muy bajito. En comparación con los otros chicos de mi edad, era pequeño y delgado y mi cara era como la de una niña. En ese entonces, mis compañeros de clase se burlaban de mí y desarrollé un complejo de inferioridad por ello.
Solía referirme a mí mismo de una forma más infantil.
A Miu la llamaba Miu-chan.
Y a Ayako-san la llamaba mamá Ayako...
Después de clases, volví a casa como siempre.
Pero de camino a casa, comenzó a llover de repente. No tenía paraguas, así que corrí a casa...
"¿E-Eh? No se abre..."
Clack, clack.
Todo empapado, intenté abrir la puerta, pero no pude.
Estaba cerrada con llave.
"...Ah. Es verdad. Mamá iba a salir hoy."
Ayer dijo que se iba a reunir con sus excompañeros de clase en un ryokan cercano.
Así que anoche me dio la llave de la casa y me dijo, "Entra con esto mañana"... Y la olvidé en mi escritorio.
Pensando que yo tenía la llave, mi madre cerró la puerta con llave y salió.
"¿Q-Qué hago...? Uuh... Q-Qué frío."
La ropa mojada adherida a mi piel se sentía desagradable. Incluso mis calzoncillos estaban empapados. Y mi cuerpo se estaba enfriando cada vez más.
Di vueltas alrededor de la casa para ver si había alguna puerta abierta, pero nada. Todas las puertas estaban perfectamente cerradas. De esta manera ni los ladrones ni yo podíamos entrar en la casa.
De pie frente a la puerta, no sabía qué hacer.
Tanto mi padre como mi madre no volverían hasta dentro de unas horas.
La lluvia seguía cayendo a cántaros y no podía ir a ninguna parte sin un paraguas.
No podía hacer nada, excepto temblar de frío frente a la puerta, cuando de repente...
"...¿Eh? ¿Ta-kun?" Una voz me llamó. Levanté la vista y vi a la mujer que estaba a punto de entrar en la casa de al lado correr hacia mí.