El chico canadiense respiraba profundamente mientras contemplaba aquel inmenso mar que se postraba en frente suyo, como si por cada bocanada de aire que tomaba le sanara los cachitos que quedaban de su corazón. El sol brillaba en su cara, provocando que una de sus sonrisas más calmadas dominara su rostro. El final de las olas del mar alcanzaba los pies desnudos de Mark, tan fresca y cristalina. Aquel chico apretaba sus puños, los cuales contenían un papel. Eran dos billetes de avión, los cuales su destino era la playa donde ahora estaba.
Mark giró su cabeza y pudo contemplar otro paisaje igual de maravilloso y puro que el anterior. Allí estaba, su pequeño novio, Donghyuck, con una sonrisa tan brillante que solo podía provocar que el corazón de Mark sintiera horribles punzadas, sin embargo, él seguía sonriendo, porque aunque le doliera el corazón, era feliz de verle junto a él.
Donghyuck agarró la mano de Mark, se sentía tan cálido, tan bien... su corazón dolía tanto que no pudo evitar llenar sus orbes negros llenos de pesadas y dolorosas lágrimas, las cuales acariciaban su rostro al ritmo de la suave brisa de la playa. Él mayor comenzó a acariciar con el pulgar la pequeña mano del menor, le quería tanto, le extrañó tanto...— No llores por favor —dijo Donghyuck con aún una sonrisa en el rostro, acercándose a él colocando ambas manos en las mejillas del otro, borrando sus lágrimas con sus pulgares.
— Te extrañé muchísimo —dijo juntando su frente contra la del otro mientras sus lágrimas no dejaban de derramarse.
El tono de voz del mayor no sonaba con claridad, susurraba y tartamudeaba, se sentía mareado y lo único que podía hacer era llorar, llorar y llorar. Se sentía perdido de repente, como si no supiera donde estaba, como si ya no viera el gran mar que se postraba ante él y solo viera el moreno rostro de su novio.
Donghyuck sonrió con tristeza mientras observaba como su novio estaba cada vez más y más destrozado, más y más perdido.
— ¿T-Te acuerdas? Cuando nos conocimos me dijiste que nunca fuiste a la playa... creí que era una broma, y tu dijiste que era verdad...entonces te prometí llevarte por primera vez a una... A-Ahora estamos juntos...
Donghyuck posó sus labios en los de su novio con suma delicadeza, intentando transmitirle tranquilidad y seguridad, envolviendo sus labios dulcemente... A pesar de todo Donghyuck estaba feliz.
Al separarse, el menor separó levemente de él para agarrar sus manos y fijarse su mirada, la cuál estaba cada vez más y más perdida.
Mark se sentía cada vez peor, cada vez más libre, era como si todo su ser estuviera yéndose lentamente de él, como si ahora no sintiera nada. Como si todo se lo estuviera llevando el menor.
— Mark, te amo, da igual lo que hiciste, ahora estás conmigo, ahora estamos juntos ¿Cómo siempre verdad? —dijo con unos ojos brillosos.
— S-Sí... ahora estamos juntos —dijo como pudo, el mundo estaba cayéndose encima suya, ya no veía nada, solamente la hermosa y brillosa mirada de Donghyuck.
El canadiense se dejó caer de rodillas, hundiéndolas en la arena y acariciadas por la marea. El menor se sentó de rodillas en frente suya, sin soltar sus manos las cuales estaban inundadas de sangre.
— Donghyuck yo no quise matarte... Todo es mi culpa —dijo apretando sus ojos con la poca fuerza que le quedaba en un intento de frenar sus lágrimas.
— Fue sin querer ¿Sí? Te perdono... No pienses en eso, solo mírame, solo libérate.
Mark miró hacia sus muñecas las cuales estaban repletas de su sangre, sonrió, ahora estaría con él.
Los dos billetes de avión estaban entre ambos, arrugados y a la vez manchados del líquido rojo espeso, al lado de una cuchilla con las cuales se hizo esas profundas heridas.
Donghyuck envolvió a Mark en un cálido abrazo, transmitiéndole lo mejor que podía todo su amor a el canadiense, el cuál apoyaba su cabeza sin fuerzas en sus hombros.
— Mark te amo
— Yo también pequeño...
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La playa - Markhyuck one shot
Fiksi PenggemarEl chico canadiense respiraba profundamente mientras contemplaba aquel inmenso mar que se postraba en frente suyo, como si por cada bocanada de aire que tomaba le sanara los cachitos que quedaban de su corazón. El sol brillaba en su cara, provocando...