Benjamín

21 1 0
                                    

— ¿Crees que me veo bien así? —preguntó la chica rubia mirando al amor de su vida.

— Siempre te has visto bien, Esmeralda. —le sonrió Benjamín mostrando sus dientes perfectos.

La chica se ruborizó y es que apenas lo había conocido hace un año... Y aún se seguía preguntando ¿quién había mandado a aquel chico a cruzarse en su vida? Sonrió para sí misma al pensar en la responsable. Su madre; aquella señora de tez morena y la cabeza llena de rulos. Aquella que se había marchado de la tierra para dejar de sufrir. Como le había dolido a Esmeralda la muerte de su querida madre pero ya estaba, Ángela tenía cáncer ya muy avanzado y los repentinos dolores en el vientre la estaban matando en vida. Tiempo después de la muerte de su madre entró a un hospital para cuidar de personas con enfermedades terminales. ¿Qué se iba a imaginar ella que ahí encontraría al amor de su vida? Eran polos diferentes destinados a toparse algún día bajo cualquier circunstancia, ¿no? O por lo menos eso pensaba Benjamín.

Cuando Esmeralda cruzó esa puerta de fierro para entrar a la habitación de un chico que estaba gravemente enfermo de Leucemia, ya todo estaba escrito, aquél chico era su "por siempre". Sus ojos verde aceituna miraban a aquellos ojos miel con ternura.

"¿Quién eres tú?" preguntó Benjamín siguiendo cada paso de la chica rubia que se acercaba a su cama.

"Soy Esmeralda, estaré aquí para cuidarte". Le contestó cortésmente.

"No necesito que nadie me cuide. Además estaré muerto antes de esta semana, no vale la pena que nadie gaste más dinero por mí".

"No te preocupes, no me pagan. Hago todo esto por puro placer" le dijo ella con una media sonrisa sincera, de aquellas que le encantaban a Benjamín lo que ocasionó que él cayera ante sus pies.

"Entonces lo que pierdes con este moribundo es tu tiempo, preciosa". Murmuró Benjamín respirando toscamente. "¿Ves? Ya ni siquiera puedo respirar bien...".

"Luces como que quieres salir a divertirte" le propuso ella intentando sacarle una sonrisa.

"Luzco como si quisiera cortarme las venas, Esmeralda". Rio con gracia.

"Absolutamente no". Negó Esmeralda. "Me gustaría salir contigo"

"Es la primera vez que una chica me invita a salir, por lo que te tomaré la palabra". Le dijo con una pequeña sonrisa que casi no se notaba.

"Antes necesito que te sigas tomando esos medicamentos, te necesito fuerte para que te presten el permiso de salir de aquí". Le advirtió a su nuevo amigo.

Él asintió.

— ¡Oh por dios, mi niña! —gritó Isabela, su madrastra. — Estás preciosa, cariño.

Esmeralda sonrió. — Gracias, Isa. Estoy muy nerviosa. ¡Al fin voy a casarme! ¿Puedes creerlo?

— Siempre lo supe. Los dos son una ternura.

— A veces pienso en lo que papá dijo. ¿Tú crees que se nos ha acabado el tiempo? —cuestionó preocupada.

— Yo digo que siempre hay tiempo para todo, los veo muy bien a ambos. —Isabela ladeó su cabeza y habló de nuevo. —Cuando conocí a Benjamín él parecía un zombie, ¿sabes? De esos que salen en películas de terror. Casi no se movía y no hablaba. ¿Sabes cuán orgullosa estoy de ti? Lograste que ese muchacho se levantara en menos de tres meses. Nunca te había visto más feliz en el tiempo que llevo viviendo contigo y tu padre.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 08, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

BenjamínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora