1. Perdidos en el bosque.

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-¡Maldita sea, abre la puerta Janette!

Gruñi en respuesta a mi no tan amado amigo en ese momento.

-¡Púdrete Elliot!

Les explicaré la situación desde las presentaciones: soy Janette Adams, tengo 16, y el idiota que me despertó es Elliot Payne. Usualmente soy amable y tengo buen carácter, pero considerando que son las 7 de la mañana, que no dormí bien anoche por esperar a mis padres y que ese idiota me esté levantando ahorita, al diablo el carácter. Por si se preguntan por qué una jovencita de 16 años esperaba a sus padres, es los contestaré, ayer fué mi cumpleaños y mis adorados padres *notese el sarcasmo* tuvieron el descaro de no acordarse y dejarme en el olvido.

-¡Abre la puerta de una vez Janette Marie Rose Adams!-gritó exasperado Elliot.

Ahora sí que estaba molesto, Elliot sólo me llamaba por mi nombre completo cuando estaba más que enojado.

De mala gana me levanté y le abrí la puerta a mi amigo. Al verme el muy idiota se sonrojó, no tenía que ser ninguna genio para saberlo, estaba en mi pijama y para mi eso consistía en un boxer y una camisa de tirantes, mi cabello, ahora rubio, estaba desarreglado y salvaje, cosa que para Elliot era muy sexy. Lo sé, leí su diario.

-Ponte algo encima Jane. -tartamudeó de los nervios.

Yo, siendo tan buena amiga, me acerqué aún mas a Elliot, siendo baja de un 1.60 m y él 1.87 m, tuve que ponerme de puntillas, pero le llegué justamente a la nariz.

-¿Por qué cariño? -pregunte con voz ronca y haciendo pucheros- ¿No te gusto?

Elliot tragó duro y yo me alejé riendo a carcajadas. Amo a Elliot, es como mi hermano, pero el pobre tenía problemas con las chicas y suelo burlarme de eso.

Elliot frunció el ceño y me dirigió una mirada reprobatoria, odiaba que yo le hiciera eso, pero llevo haciéndo de hace ya 2 años, digo, por lo menos debería estar acostumbrándose. Con indiferencia fuí hasta mi armario y busqué ropas con las cuales cambiarme y entré al baño de la habitación y pude oir los pasos de Elliot hasta sentarse en la cama. Confiaba en Elliot, pero aún así puse el cerrojo y me dispuse a tomar un buen baño con agua helada. Estabamos en época fría, pero me acostumbré a tomar duchas con agua helada y eso no lo cambié nunca. Me vestí en el baño y cuando salí me encontré con Elliot y su mirada triste, no descifré lo que lo tenía así hasta que ví una carta en sus manos.

-¿Y eso? -pregunté esperando que no fuera lo que pensaba.

-Una carta de tus padres. -respondió con amargura- Estaba debajo de fu puerta, dicen que regresarán hasta el lunes.

Tomé la carta y me senté a su lado. Comenzé a leer la carta y era lo mismo de siempre, que tenían que irse, que volverían tal fecha y que no hiciera nada indebido. Ningún Felicidades, Lamentamos no estar presentes en tu día. No señores, nada de eso. Sentí que mis ojos se llenaban en lágrimas pero pestané para no dejarlas caer. Me dolía que mis padres no me tomaran en cuenta.

-Salgamos de aquí, El. -intentaba ocultar mi tristeza.

Elliot asintió sin saber que decirme. Tomé mi cámara y salimos de mi habitación. La enorme casa se encontraba desolada de no ser por las empleadas y el mayordomo. Todas me saludaron felicitándome y disculpándose por no haber estado en mi cumpleaños. Era increíble cómo personas que no eran familiares míos se acordaban de mí ante que mis progenitores. Terminando de salir de la caza Elliot y yo nos dirigimos al pueblo, yo tomaba fotos a todo aquello que me gustaba, la mayoría de las cosas a las que fotografiaba eran cosas comunes o corrientes, pero yo había aprendido a apreciar la belleza en las cosas mas simples y de alguna manera lograba transmitirlo en mis fotos.

I'm Only Human.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora