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Había un montón de sensaciones que lo golpeaban en ese momento, empezando por el constante hormigueo que se movía por sus piernas, precipitándose por sus músculos, generando espasmos en cada una de sus fibras.

De pronto, Yoongi gruñe fuerte desde su pecho como un animal, inclinándose hacia adelante y consiguiendo atrapar nada más que aire, cuando la realidad lo golpea y es consciente de donde se encuentra, cuando bandas de plata alrededor de su cuello, sus muñecas y tobillos lo detienen.

Le cuesta acostumbrarse, sobre todo porque el material no hacen más que debilitarlo, drenando la energía sobrenatural de su lobo.

Y es justamente eso, lo que lo había llevado a pasar horas así, entre un estado de inconsciencia y a ratos, estados de lucidez.

Lo primero que hace cuando es consciente de su situación, es mover sus músculos, estirando su cuello de lado a lado, haciendo que la musculatura se tensara y sus huesos crisparan, hizo lo mismo con cada extremidad, sintiendo la pared de cemento tras su espalda y el colchón simple donde se mantenía sentado. 

La habitación a su alrededor era oscura, privada de luz, demasiado opaco como para que ojos humanos pudiesen notar algo, y a pesar de la agudeza de sus sentidos, la plata lo estaba dejando tan débil que solo podía vislumbrar borrosas siluetas de la pared frente a él, dándole a entender que se encontraba dentro de una sala cerrado, parecida a una celda. 

Todo a su alrededor era frío, y si se intentaba mover, notaría las cadenas que se ataban a las bandas y las cuales le impedían desplazarse por todo el lugar.

Lo tenían como un maldito prisionero, no había nada a su alrededor, lo habían privado de comida y agua y Yoongi no puede ordenar sus pensamientos, no cuando hay un constante pitido molestando su audición, tan fino y fuerte que llegaba a aturdirlo y era el causante de que le tomara demasiado tiempo concentrarse en lo que estaba ocurriendo.

Sin embargo, no tenía que pensar demasiado para entender lo que le estaban haciendo.

Querían desensibilizarlo, disociar su mente y alejarlo de la realidad para sacar a flote a su lobo, dejarlo viviendo solo con su parte animal, con el fin de convertirlo en un salvaje.

Y eso significaba una sola cosa: él mataría, tendría sed animal y buscaría dar caza, alimentarse, buscaría herir, se movería por instinto animal y la amenaza se sentiría en cada poro de su piel, incluso como estaba ocurriendo ahora.

Humanos de mierda.

Ni siquiera es consciente de las horas que llevaba retenido, ni dónde estaba, ni si era de día o de noche. 

Pero de todas formas, es fuerte, se niega a perder la cordura de su cabeza y la racionalidad de sus pensamientos.

Se niega en dejarles ganar la batalla.

A los lobos alfas, líderes, les tomaba mucho más tiempo vivir solo con su parte animal, quizás meses o años, pero en sí el proceso era doloroso y agotador.

Yoongi estaba sufriendo.

Intentaba pensar en su manada, pero incluso el pensamiento y el recuerdo es borroso para él en ese minuto, cuando las caras de todos se entremezclan entre memorias de años, meses, días, no lo sabe, era difícil ordenarlo con el pitido fino constante retumbando en sus oídos. 

De todas formas, el solo hecho de saber que el recuerdo estaba ahí, que su gente, su guarida y todo el bosque estaba ahí, le apretaban el pecho, dándole la motivación para aferrarse a ello. 

Sin embargo, si Yoongi pensaba en Jimin, su compañero, no sabía cómo sentirse, y el pitido entonces acabaría por volverse incluso más fuerte, golpeando en sus sienes de una forma que le provocaba dolor.

ÓNICE #1; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora