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En la escuela fingían no conocerse (aunque no había nada más que quisieran hacer).
Nunca se miraban el uno al otro (aunque no lo podían resistir).
Nunca estaban a más de doscientos treinta y siete centímetros el uno del otro (aunque les parecían diez millones de kilómetros).
Al hablar de Emilio con Niko y Elaine, Joaquín torcía la boca (aunque muy en sus adentros pensaba: Emilio eres un amor).
Emilio les dijo a Diego y Emanuel  que Joaquín era tonto (aunque muy en sus adentros pensaba: Joaquín, eres simplemente maravilloso).

Después de la escuela, Emilio y Joaquín estaban juntos lo más que podían -constantemente.
O en casa de Joaquín. O en casa de Emilio.
Sentados cada uno en su silla junto al escritorio (no demasiado cerca uno del otro), se esforzaban mucho en sus tareas. Leían sus libros, contemplaban qué tan oscura estaba la tarde, se miraban.
Primero Joaquín miraba a Emilio. Su corazón latía más rápido por eso. Luego Emilio miraba a Joaquín. Y sus manos se empapaban de sudor.

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