Emilio disfrutaba de la voz de Joaquín. Todo lo que el decía era lo más inteligente que él había escuchado. Ya fuera: "No puedo más con historia" o: "vamos a tomar un refresco".
Joaquín nunca se hartaba de la voz de Emilio, todo lo que él decía era divertido.
Ya fuera: "¡Composición de mierda!" O: "¡Tarea de matemáticas de mierdisima!" O: "¡Tengo hambre!".Pero en realidad hablaban poco. Las palabras se hacian migajas en el camino de la cabeza al corazón, antes de llegar a la boca. Y al mismo tiempo era como si las palabras tampoco fueran necesarias.
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Hjertd og smerte
Proză scurtăLa luna en el corazón es más grande que la luna que está en el cielo, o el amor es una rascadita suave detrás de la oreja.