VENTOTTO

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Félix había desayunado, había saciado el hambre que poseía

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Félix había desayunado, había saciado el hambre que poseía. Sin embargo, su apetito por recolectar respuestas continuaba allí, intacto, puesto que no había tenido la suerte de toparse con Changbin por ningún lado.

Una de las empleadas, poco después, le informó que el alfa se encontraba en su despacho, aparentemente, ocupado. Félix no quiso entrometerse, por lo que decidió esperarlo en la habitación.

No creía que se tardaría mucho, pues aquella misma empleada le había mencionado también lo cansado que este se veía, como si no hubiese dormido nada y muriese por echarse a la cama. Así que el omega se imaginó que en cualquier segundo, guiado por el sueño, Changbin atravesaría la puerta para intentar dormir.

Lo esperó por un largo y aburrido rato, pero nada. Sus ojos querían cerrarse del cansancio que habían adquirido. Estaba claro, terminaría durmiéndose si no hacía algo entretenido hasta que, al fin, su alfa llegara.

Y, visto que no tenía nada más que hacer, se dispuso a jugar con su cuerpo. Comenzó a tocarse sensualmente, permitiendo que sus propios dedos, atrevidos y vigorosos, se infiltraran por debajo de su ropa. Se desnudó de a poco, imaginándose de un modo tan vívido que se encontraba en compañía de Changbin.

Recostó su espalda en la cama, cerró los ojos y gimió, echando su cabeza hacia atrás, excitándose con la imaginaria imagen de Changbin desnudo sobre su cuerpo. Su mente, en aquel íntimo momento, solo podía ser capaz de pensar en el alfa, acomodado entre sus piernas abiertas, arrastrando su lengua por su cuello, mordisqueándole la sensible zona hasta dejársela marcada, luego bajando por su pecho y abdomen regalándolo de besos y mordidas. Lo imaginó succionando la piel de sus muslos internos, mientras le separaba más las piernas para poco después llevar su boca al humedecido agujero de su trasero.

Félix gimió en voz alta cuando su propio dedo rozó su entrada. En su mente, aquel tacto había sido el de la insaciable lengua del alfa, la cual había empezado a lamerlo. Su dedo entró apenas un poco. Félix jadeó, arqueándose, mordiéndose el labio inferior, sintiendo como las vibraciones de anticipación lo llenaban.

La habitación rebosaba de sus feromonas de excitación.

Su dedo entró por completo y empezó a moverlo en su interior, estimulándose. No tardó ingresar un segundo dedo, haciendo los movimientos un poco más profundos y acelerados. Dejó pasar a un tercero, intensificando el placer.

Sus dedos lo penetraban con fuerza, mas no era suficiente. Ni siquiera añadiendo el cuarto fue suficiente. No alcanzaba su punto más sensible, aquel que Changbin siempre lograba empujar con su miembro, enloqueciéndolo, extasiándolo, llevándolo a la mismísima gloria.

Félix no podía satisfacerse. Y aquel fue el duro golpe que lo bajó de su nube de ilusión. Gimoteó lastimeramente cuando, su mano cansada, ya no podía más. Quitó sus dedos, frustrado, haciendo un puchero con sus labios al sentirse tan urgido. Su cuerpo ansiaba más, suplicaba más.

Sublime Dominacion  [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora