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Estaba muy nerviosa. Era la primera vez que me marchaba de casa tanto tiempo. Hacía dos años que me había graduado como administrativa en ADE y no me salía nada de trabajo. Unos cuantos contratos temporales en tiendas de ropa y empresas que sólo necesitaban comerciales que fuesen a puerta fría, molestando a la gente.

-¿Cómo te vas a marchar a Sevilla tu sola, hija? –Decía mi madre angustiosa.

-Necesito un cambio de aires, mamá. No me pasará nada. –Dije para tranquilizarla.

-¿Dónde vivirás? ¿De qué vas a vivir?

-Tengo todo controlado. No te preocupes. Además, voy a vivir con una chica que me va a ayudar a pagar los gastos.

-Hija, solo me preocupo. No me gustaría que te equivocases.

-Y si me equivoco no pasa nada, mamá. Tengo que hacerlo.

-Pero eres muy joven, dios mío. Solo tienes veinticuatro años. Te van a comer con patatas.

-Mamá, ya está decidido. No te preocupes por mí. He hablado con mi compañera de piso y su tío tiene una gran empresa y podría enchufarme.

No sabía si hacía bien en creerme lo que me había dicho, pero tenía que probar.

Esta decisión, me había costado bastante tiempo decidir tomarla. No me gustaba marcharme de casa y dejar mi pueblo y a mis padres. Me sentía como que los dejaba abandonados, después de todo lo que ellos se habían esforzado en ayudarme a salir adelante. Pero no era eso precisamente lo que me echaba para atrás. ¿Y si mi madre tenía razón? Cuantas veces me han dicho que me iban a llamar para trabajar y luego nada. ¿Y si no conseguía nada? ¿De qué me serviría hacer todo este revuelo si luego al final, no iba a servir para nada?

-¿Cuándo sale el tren? –Dijo casi con lágrimas en los ojos mi madre.

-Dentro de tres horas. He llamado a Santi para que venga a recogerme y llevarme a la estación.

Santi, era mi hermano mayor. Él, fue el único que me animó a tomar la decisión de marcharme.

-Ves a despedirte de tu padre. –Dice angustiada.

No me iba a la guerra. Vendría cada dos semanas si todo iba bien y el trabajo me lo permitía. En vez de alegrarse por mí, parecía que me marchaba para no volver jamás.

-Papá, me marcho. Santi vendrá en un rato y ya sabes cómo se pone cuando le hacen esperar. –Le digo sonriendo.

Mi talón de Aquiles, siempre ha sido mi padre. Con él, he tenido una gran conexión que no he tenido con mi madre. Y eso que dicen que las hijas son más de las madres que de los padres.

-Aún me acuerdo cuando decías que nunca te ibas a ir de casa. Que siempre te ibas a quedar con mamá y papá. -A pesar de sus palabras, no lo dice echándome en cara nada, si no apenado.

-Pero estaré aquí en menos que canta un gallo, papá. Siempre voy a ser tu monilla. –Ese adjetivo, solo me lo decía él. Sólo él, tenía derecho a llamarme así, nadie más.

-Primero fue tu hermano Santi, que se enamoró de Pilar y se marchó a Madrid. Luego volvió, porque la empresa de ella había caído en bancarrota y ahí estaban tus padres, para ayudarles en todo lo posible. Menos mal, que tenemos a los pequeños Matías y Santiago, con ellos no me voy a aburrir.

-Tarde o temprano, tenía que irme. Aquí, no tengo trabajo y los pocos que me salen, son una mierda hablando claro. ¿Prefieres que me tire la vida trabajando en algo que no me gusta y tenerme aquí, que dejarme ir y ser feliz? No es justo, papá.

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⏰ Última actualización: Jul 12, 2020 ⏰

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