Hasta que Kuriboh los separe

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Kaiba no estaba enojado, eso sería un eufemismo para la furia que albergaba en su interior. Atem en vano intentaba calmar al castaño pero  podía decirse un caso perdido. Sus ojos azules escaneaban cada pasillo de la mansión en busca de su actual «enrmigo número 1».

— Vamos Kaiba, estoy seguro que no fue su intención —. Comento de nueva cuenta el faraón, en un vago intento por calmar a su pareja.

En respuesta, el hombre solo lo miro unos segundos con aquella mirada que haría hasta orinar a un hombre adulto del susto, pero no a Atem. Este solo suspiro y siguió andando.

Kaiba juro hacer pagar a esa maldita bola de pelo y vaya que lo disfrutaría.

Mientras tanto, en la ciudad de Dominó.

Un durmiente y feliz Yugi, descansaba cómodamente sobre su cama tras un largo día de trabajo en la tienda de su abuelo. O bueno eso es lo que pensaba su abuelo.

Yugi mordió el hombro de su amante con algo de fuerza, en un un intento de acallar los gemidos de ambos; pues si su abuelo los descubría sería bastante incomodo. Un par de ojos gris violáceo lo miraron con el ceño levemente fruncido antes de responder con una nueva estocada acompañada de una sonrisa maliciosa.

— Vamos Yugi.... Un poco de riesgo... nunca está demás... —Comento jadeante él amante, deteniéndose un momento para contemplar al tricolor. El cual, a sus ojos siempre había sido guapo, pero de esta forma simplemente era... Hermoso. Algo que deseaba solo para sí.

— Sigo pensando que... Debimos hacer esto en la mansión... Si mi abuelo...

Fue callado por un gentil dedo colocado sobre sus labios —, Queríamos riesgo... no morir a manos de... Nii-Sama...

Yugi se encogió levemente al imaginado lo que él mayor de los Kaiba haría de descubrirlos. Aunque Mokuba ya fuera un adulto, seguida siendo su hermanito y mataría a quien intentará propasarce con él.

— Venga... No te preocupes por eso... Pase lo que pase, no te...

Una repentina expresión de dolor se dibujo en el rostro del más joven, quien tuvo que morder si propio brazo para no gritar de agonía. Yugi, asustado, se sentó en la cama e intento descubrir que pasaba. Para su sorpresa, una bola de pelos floto hasta su cabeza haciéndole un pequeño mimo sobre sus desordenados mechones rubios.

— ¿Kuriboh? — Cuestionó confundido ¿Que hacía kuriboh en su casa y no con Atem? Miro de nueva cuenta a Mokuba y vio como este sujetaba sus partes nobles en un gesto de extremo dolor... Oh... Creo que ya entendía lo que pasó —. ¿Mo... Mokuba? ¿Estás...?

— ¡Claro que no estoy bien! ¡Voy a matar a esa maldita cosa! — Tras proclamar su grito de guerra, el moreno de abalanzó sobre Yugi en un intento de alcanzar al mounstro de duelo. Cómo resultado, este solo rasguño su rostro haciendole caer al suelo para despues flotar nuevamente y escapar por el traga luz, riendose alegremente con sus típicos «Kuri Kuri» de por haber «salvado» a sus maestros del ataque Kaiba.

—¿Yugi, que está pasando allí? — La voz del abuelo se escuchó tras la puerta con tono preocupado.

Desde esa noche los hermanos Kaiba han encontrado a mayor enemigo y planean una cruel venganza sobre la pequeña criatura para tomar justicia ante su hombría perdida.

Las maravillosas aventuras de KuribohDonde viven las historias. Descúbrelo ahora