Agente MI06

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Esta idea nació cuando un fin de semana agarré de casualidad el libro llamado "La conspiración contra la especie humana" que reúne ensayos de Thomas Ligotti explorando su filosofía pesimista, y nada más comenzarlo Tsukishima fue lo primero que se me vino a la mente por algún motivo. Si en los personajes de Haikyuu! se exploraran sus puntos de vistas filosóficos pienso yo que Tsukishima realmente se identificaría como un pesimista. Partiendo de eso se me ocurrió una trama neo noir de detectives con un giro inesperado para mayor diversión. Ese giro terminó siendo la participación fundamental de Bokuto y mi necesidad por desarrollar una bonita relación platónica entre ambos. ¡Que no cunda el pánico que las parejas románticas son tal cual las etiquetas!

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Era la tercera vez en el vigente mes que el dúo de inspectores de relaciones internas de la policía metropolitana japonesa se presentaba en la residencia de protección de testigos para ahondar en el caso 3334S, y, cualquier testimonio relevante que podrían haber esperado obtener fácilmente seguía permaneciendo oculto en las profundidades de la mente del testigo y sospechoso número uno: Tsukishima Kei.

El ambiente hostil que los había ahogado en su primera visita tras intentar sonsacarle información no había mitigado mucho más que para darle paso a un aire tan gélido como el mismísimo polo norte, entre lapsos en los que la actitud misántropa del agente MI06 no hacía más que sacarles canas verdes a ambos.

— ¡Agente MI06! —exclamó el inspector Ukai, poniéndose de pie antes de que el viscoso líquido que iba extendiéndose sobre la mesa se derramara sobre sus piernas—, ¡¿podría dejar de tomarnos el pelo?!

El inspector Takeda a su lado comenzaba a sudar la gota gorda viendo lo colmado que estaba su compañero. Su rostro había enrojecido tanto que temía que en cualquier momento sucumbiera ante un ataque al corazón. Mirándolo con pánico latente, Takeda le dio una palmada en el brazo para llamar su atención y recordarle que con embrabecerse no ganarían nada, pues cualquier posibilidad de dialogar moriría al instante y aquella visita concluiría en rotundo fracaso, al igual que las otras dos veces anteriores.

—Oh, sepa usted disculparme, inspector. Cómo podrá entender, los modales de uno tienden a perderse cuando después de pasar tanto tiempo encerrado, los lameculos gubernamentales caen repentinamente a tu propiedad ofreciéndote una cerveza tan nauseabunda como esta —replicó cínicamente el agente MI06, mientras que sacudía la lata con genuina intención de vaciar hasta la ultimísima gota—. Me han ofrecido mejores sobornos que este, inspector, eso se lo aseguro.

Las cinco unidades de melonpan que habían comprado para simpatizar con el diablo, ahora remojadas en cerveza, yacían intactas en la cesta al centro de la mesa, convirtiéndose segundo a segundo en una sola masa aguachentada que con solo verla le provocaban arcadas a ambos inspectores. El autor de tal atrocidad por otra parte permanecía relativamente indiferente, si se ignoraba por defecto el fruncir de sus cejas rubias, haciendo esto mella en el aparente mal humor del inspector Ukai.

— ¡¿Es que no lo entiende, agente?! ¡Su placa está en juego! —gritó el inspector de greñas teñidas, estampando sus puños sobre el mármol empapado de la mesa.

Rompiendo a reír súbitamente, el agente MI06 abrazó sus propias costillas incapaz de contenerse por más tiempo, bajo la atónita y atenta mirada del inspector Takeda. Era la primera vez que el sujeto a interrogatorio mostraba una reacción diferente a la burda apatía que acostumbrada manifestar.

Si jugaban bien sus cartas, tal vez podrían darle pie al buen diálogo.

—Dígame usted, inspector Ukai, ¿en serio piensa que a estas alturas ese tipo de frivolaridades me preocupan? —inquirió, tirando al suelo la lata de cerveza antes de sacudir un paquete de cigarrillos, aparentemente vacío—. Nada me complacería más que desligarme de tal patética insignia.

La (no tan) ordinaria vida de Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora